martes, 28 de julio de 2015

DEL REVÉS (Y EL PODER TERAPÉUTICO DE LAS HISTORIAS)

Si por casualidad conocéis a algún psicólogo y mantenéis con él una conversación coloquial durante estos días, las probabilidades de que os acabe recomendando ir al cine serán muy altas. La razón aquí:




Y es que la nueva peli de Pixar, Del Revés, es una lección magistral de Inteligencia Emocional. Cuenta la historia de una niña que sufre un desajuste cuando se muda a otra ciudad junto a su familia. Y esto es lo que ve el espectador: a las emociones dentro de la cabeza de la niña tratando de lidiar con la nueva situación, para volver a equilibrar un sistema que se ha puesto "del revés".

Esta película, desde un punto de vista estrictamente terapéutico (su calidad está fuera de toda duda), es recomendable por 3 motivos, principalmente:
  1. Observamos cómo las emociones cumplen una función.
  2. Comprobamos cómo la gestión de las emociones (comprensión, expresión, regulación) repercute no sólo sobre nuestro bienestar sino sobre nuestro desarrollo como personas.
  3. Y en esa gestión es determinante la interacción con el ambiente y, sobre todo, la interpretación que hagamos sobre esa interacción.
No revelaré información importante sobre la película, para no hacer spoiler, simplemente diré que las emociones se representan, cada una bajo una forma, al frente de un cuadro de mandos en el cerebro de la niña, y justo delante hay una pantalla en la que aparece todo lo que la niña ve, también sus recuerdos y sus sueños. Y las emociones van dirigiendo el cuadro de mandos en función de lo que aparece en esa pantalla.

Es una metáfora que representa a la perfección lo que somos: no somos ni química ni entorno, es decir no estamos exclusivamente determinados ni por nuestros genes ni por el ambiente, sino que somos la interacción entre ambos, entre nuestras conexiones neuronales que están moduladas por nuestras experiencias de vida y que integramos en nuestro cerebro a través de la interpretación que hacemos de ellas.

Somos aprendizaje. Y como nunca dejamos de aprender,
en realidad no somos, NOS TRANSFORMAMOS.

Y ahí reside el poder terapéutico de las historias: porque no sólo aprendemos a través de las regañinas o recompensas de nuestros padres, las lecciones de nuestros profesores o las conversaciones con nuestros iguales. Las historias son realidad, son entorno. E interaccionan con la química de nuestro cerebro, siendo capaz de transformarlo.

Por eso, no subistiméis esa capacidad que tienen las historias para enseñarnos lecciones de vida y formatear nuestra mente, porque cada vez que leemos, o escuchamos o vemos, también estamos viviendo. El aprendizaje que extraigas de esa experiencia, depende sólo de ti. Abrazos.

2 comentarios:

  1. Me encantó la peli. Al igual que dices, creo que representa estupendamente la gestión de emociones...es buenísimo que hagan pelis para los niños de este tipo.

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  2. ¡Y para los adultos! Gracias por el comentario Laura.

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