miércoles, 1 de julio de 2015

DECÁLOGO DEL PONERSE CONTENTO


Hace poco ví una viñeta de Mafalda en la que la simpática niña argentina decía: "Yo diría que nos pusiéramos todos contentos sin preguntar por qué".

Ay, si fuera tan fácil... ¡Un momento! ¿Y por qué no puede ser así de fácil? ¿Por qué tiene que ser tan difícil o nos lo ponemos a veces tan difícil?

Desde este blog y frente a la moda que se ha impuesto desde algunos libros de autoayuda y que ha desembocado en la dictadura de la felicidad, yo he defendido nuestro derecho como ser humanos a estar tristes, o rabiosos, o a tener miedo, ya que la felicidad es una emoción, como tal transitoria, y el hecho de que se experimenten emociones incómodas o dolorosas, no implica que no se sea feliz o que no se tenga una buena vida.

AL IGUAL QUE: cosas como tener muchos problemas, pasar por una mala racha, que mi pareja haya cortado la relación, que mi trabajo sea una porquería o que no tenga trabajo... no deberían suponer un obstáculo para que, en aquellos momentos en los que las emociones incómodas nos dan una tregua y nos dejan respirar, experimentemos alegría y felicidad.

De hecho, ahí se resume la esencia de la Inteligencia Emocional: la capacidad para percibir y comprender nuestras emociones (me siento triste y no lo valoro como algo negativo), expresarlas (lloro, me hincho de llorar si hace falta) y regularlas (hago algo para salir de ahí).

La alegría va a depender mucho de mi actitud: la predisposición que yo tenga a ponerme contento. De ahí la frase con la que titulo uno de mis talleres de Psicología Positiva: "¡Soy infeliz y me alegro!", porque a pesar de las "infelicidades" de la vida, yo decido alegrarme, yo puedo tomar esa decisión.

Pero hay cosas que podemos hacer para favorecer esa predisposición y alcanzar estados de buen humor:
  1. Poner música que nos anime, cantar, bailar.
  2. Comer chocolate.
  3. Hacer ejercicio (además así bajarás las calorías del chocolate).
  4. La risa y la comedia: los chistes en Internet, las sit-com, las bromas con los amigos...
  5. Jugar. ¿Por qué los niños* por lo general parecen más felices que los adultos? Quizá porque juegan más.
  6. Practicar sexo. Solo, en compañía, en grupo...
  7. Hablar con alguien que nos ponga de buen humor. En momentos de vulnerabilidad, ¡fuera la gente tóxica!
  8. El sol, el aire, las estrellas... ¡Sal de tu casa!
  9.  El agua. Una buena ducha fría en verano o un baño caliente en invierno, además de ponerte de buen humor, te dejan nuevo.
  10. Meditar o simplemente relajarte. La emoción llamada Paz también nos alegra la vida.
Ponerse contento cuesta tan poco como esto. Pero a veces somos nosotros mismos los que nos boicoteamos o nos restringimos, porque creemos que no es el momento, que hay cosas más urgentes e importantes, o porque simplemente pensamos que no nos lo merecemos.

¿Y si no tuvieras esa vocecita interna que te limita o castiga? ¿Y si no tuvieras problemas que aplazan tu necesidad de sentirte bien? Te voy a proponer un ejercicio terapéutico:

Hoy es 1 de Julio, mucha gente empieza las vacaciones. ¿Y si le dices adiós a tus problemas y a esa vocecita machacona y te dedicas un tiempo a la tarea de ponerte contento?

Tu mente, y hasta tu cuerpo (a no ser que abuses en demasía del chocolate) te lo agradecerán. Recuerda que no cuesta tanto y que más bien, es una cuestión de actitud. De buena actitud.

* Curiosamente, si pones la frase "ponerse contento" en Google Imágenes, sólo te salen fotos de niños. ¿Por qué será?

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