lunes, 26 de febrero de 2018

ESE CONSTANTE "NO PUEDO" EN MI CABEZA

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOLel servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: ESE CONSTANTE "NO PUEDO" EN MI CABEZA. Un caso real que nos muestra cómo la gran mayoría del estrés que sufrimos en realidad es autogenerado, y que por tanto podemos ser capaces de gestionarlo, desde dentro, cambiando nuestra visión de las cosas... y de nosotros mismos.

CONSULTA

Hace 6 meses mi marido se mudó a Inglaterra por trabajo. Al perder yo el mío en España, decidí mudarme con él. Llevo dos meses aquí y tengo un nivel medio de inglés, todo el mundo me dice que hablo bien, pero me está costando mucho expresarme y desde el primer día me siento más ansiosa que ilusionada por la nueva situación. Hace una semana encontré un trabajo de camarera. Tenía muchas ganas de empezar a trabajar y contribuir económicamente en casa, ya que pensaba que con ello podría "soltarme" un poco con el inglés, pero en una semana me he visto completamente superada porque mi ansiedad me impide adaptarme al idioma, y porque me parece un enorme bajón en mi carrera profesional (en España era maestra). He tenido dos crisis de ansiedad y me encuentro perdida. Mi marido me dice que no me preocupe y que me tome mi tiempo, pero me siento culpable por ser incapaz de trabajar para mejorar un poco nuestra situación. Tengo claro que no quiero volver a España, la ciudad en la que estamos es preciosa y estoy genial con mi pareja, pero necesito dejar de sentir ansiedad. No sé por qué tengo una visión tan negativa de mí misma. En mi cabeza suena un constante "no puedo" y eso me impide ver esta experiencia como algo positivo y sólo me dan ganas de esconderme en casa.

RESPUESTA


Las personas suelen confundir estrés con fuentes de estrés. Una fuente de estrés es por ejemplo una tarea que tenemos que afrontar. El estrés es la respuesta psicofisiológica que experimentamos ante esa tarea. Cuando esa respuesta es tan intensa que provoca un malestar significativo en la persona (en tu caso: crisis de ansiedad) hablamos de distres o “mal estrés”. Veamos por qué es posible que te ocurra esto:

Has cambiado de país, lo que requiere de un proceso de adaptación que, por supuesto, supone estrés, pero eso no justifica tus crisis de ansiedad, ya que otras personas pasan por esos procesos de adaptación sin pasar por esas crisis. Tu excesiva autoexigencia con el aprendizaje del idioma y la poca paciencia que estás teniendo para pasar por ese proceso de adaptación son las que te están generando (autogenerando) ese nivel de ansiedad tan elevado.

El estrés puede ser definido como: la respuesta psicofisiológica que experimento ante una tarea que evalúo que sobrepasa mis recursos personales. Es decir, ese maldito “no puedo”. Claro que puedes, porque además todo el mundo te dice que hablas bien el idioma, sólo tienes que bajar por tanto tu nivel de autoexigencia y dejar de ser tan perfeccionista. Darte margen para ir aprendiendo y adaptándote. 

Si te das tiempo para pasar por este proceso de adaptación, verás como en el futuro mejoras con el idioma y eres capaz de encontrar un mejor trabajo. Esa visión negativa de ti misma se corresponde con tu perfeccionismo: si siempre pienso que debo ser un 10, un 7 o un 8 me parecerán poca cosa. No puedes ser perfecta, pero sí puedes adaptarte a tu nueva situación. Con tiempo, paciencia y confianza en ti misma. Ánimo, un abrazo.

miércoles, 21 de febrero de 2018

LAS EXPECTATIVAS: OBSTÁCULO PARA EL AMOR

Una de las principales dificultades que me encuentro a la hora de hacer terapia de pareja, son las expectativas que uno de los dos, si no los dos, pone sobre el otro.

Parece como si el otro tuviera que ser, hacer y decir como yo quiero que sea, haga y diga para que la relación funcione, como si el otro debiera cambiar para que yo sea feliz.

¿Es el otro quién tiene que cambiar para que tú seas feliz, o tú?

Y cuidado, no digo que tú no tengas derecho a desear y solicitar cambios en el otro, igual que el otro tiene el deber de abrirse al cambio, de mostrarse receptivo al cambio, que no de necesariamente cambiar por ti.

"¿Entonces qué pasa, que si eructa, se hurga la nariz y deja pelos constantemente en la bañera, tengo que cruzarme de brazos y aguantarme?". No... necesariamente. El problema de este planteamiento es la falsa percepción de obligación de la persona que pone las expectativas, que demanda el cambio: "¡el otro me está obligando a quedarme en una relación que no me gusta!"

Ahí está el sesgo, ahí está la falacia, ahí está el error. Nadie te está obligando a nada más que tú mismo. Puedes romper esa relación en el momento que quieras. "¡Pero no quiero romper esa relación, porque amo a mi pareja!" Entonces: ¿no estás eligiendo libremente continuar con tu pareja, porque le amas, y a pesar de los eructos, hurgamientos de nariz y pelos en la bañera?

Y de golpe y plumazo, se evapora esa falsa sensación de que el otro te está obligando a nada. Tienes dos opciones: o aceptar o terminar.

Y una tercera, la de solicitar el cambio. Porque como dije, tienes todo el derecho de mundo a querer que el otro cambie aspectos (actitudes, conductas) que te afectan y te molestan. Pero ya sin obligación. Puesto que el otro no te está obligando a nada y si decides permanecer en la relación es porque tú, libremente, lo estás eligiendo, no estás en posición tampoco de obligar al otro a nada.

Pero sí puedes pedir, sugerir, invitar, aconsejar, negociar, acordar... 

Y la paradoja es que cuando usamos esos verbos en lugar de: exigir, demandar, obligar, chantajear... ¡Funciona mejor! El otro se vuelve más receptivo al cambio. Si le obligas, el otro percibe que le estás quitando un derecho, y con razón, ¡el derecho a decidir!, y defenderá a muerte ese derecho, porque es importante, y se cerrará por tanto a tu demanda. 

Pero si pides, sugieres, invitas... No te estarás obligando a cambiar al otro, lo cual te generaría una frustración innecesaria, y el otro no se sentirá obligado, percibirá que puede decidir y, si actúa de manera inteligente, escogerá la opción que facilite la armonía de la relación y por tanto la felicidad compartida. 

Contento tú, contento yo, ¡felices y libres los dos!

Y si el otro no escoge la opción más inteligente, siempre puedes mandarle de paseo, o no, o quedarte con tu tonto-tonta, porque a pesar de lo tonto o tonta que es, tiene otras muchas cualidades que valoras, y porque quieres a ese tonto-tonta, y porque, al fin y al cabo...

Tu felicidad no depende de nadie más que de ti.

¡Un abrazo!

miércoles, 14 de febrero de 2018

EL AMOR NO ES UNA FLECHA, ES UN BOOMERANG

Nuestro estado de ánimo no está tan condicionado por los eventos externos (lo que nos pasa) como por nuestros eventos internos (lo que nos decimos sobre lo que nos pasa).

Y por supuesto, nuestras respuestas frente a los eventos externos, están muy condicionadas por nuestra respuesta emocional ante lo que nos hemos dicho que nos pasa.

De ahí, la importancia de pensar bien, para sentirse bien, y actuar de manera más adaptativa y funcional.

Y esto ocurre en todas las áreas y, cómo no, en el amor.

Pensar bien el amor es importantísimo para sentirse bien en una relación romántica o en ausencia de tal relación.

El sábado pasado, en el Taller Desarmando a Cupido, discutimos en grupo sobre algunas de las creencias más populares (y desafortunadas) sobre el amor: la media naranja, el "y fueron felices para siempre", el propio San Valentín...

Porque aunque me parezca fantástico que haya un día para celebrar el amor, igual que hay días para celebrar multitud de otras cosas que nos hacen felices (día de la música, día del libro, día de la solidaridad...), e igual que cualquier día es bueno para celebrar lo que nos dé la gana, del Mito de San Valentín se puede desprender una creencia tóxica que contamina la relaciones de pareja y envenena la autoestima de los solteros: la falsa sensación de obligación.

Y entonces podemos llegar a conclusiones como:

- Si mi pareja no celebra San Valentín con el mismo entusiasmo que yo, es que realmente no le importo.

- Si llega San Valentín y no tengo una relación romántica, estoy solo en el mundo y nadie me quiere.

Porque hoy sea San Valentín, eso no implica que tengas que dar amor, o recibirlo o estar en una relación sentimental, y si no se cumple alguno de esos requisitos es que algo no va bien. Seguramente lo que único que no vaya bien sean: tus expectativas.

Y es que el amor, según como yo lo entiendo, no tiene nada que ver con la obligación. El amor es el acto de amar, es decir: de dar, de manera libre y generosa, tus sentimientos afectuosos a otros entes, llámense hombre, mujer, familia, amigos, animales, naturaleza o cultura. Y cuando hay reciprocidad, se puede producir un encuentro, una unión. Pero en ningún caso una posesión, de la que se deriva una obligación.

El amor no es una flecha que es lanzada al otro y a través de la cual lo poseemos, y a partir de ese momento debemos esperar que nuestras expectativas queden satisfechas, que el otro las satisfaga.

El amor es un boomerang. Lánzalo y te vendrá de vuelta.

Pero no porque el otro te lo devuelva... No, así no funciona. ¿Un boomerang cómo funciona? Vuelve solo. Así de sencillo, vuelve solo.

Si no entiendes la metáfora, vamos a hacer un pequeño ejercicio: ¿te sientes en San Valentín sin amor? ¿Ya seas soltero o estés en una relación, sientes que no tienes el amor que quieres? Bien, pues imagínate que tu amor, tu capacidad de dar amor, es un boomerang. Ahora cógelo y lánzalo fuerte. ¿Lo lanzaste? Ya tienes amor.

Por supuesto, cuando estamos en una relación sentimental, queremos que el otro nos lance su boomerang. Pero no podemos obligar al otro, ya que el amor es el acto libre de dar amor, de lanzar libremente ese boomerang, y en cuanto se convierte en obligación, deja de ser amor.

El amor no va de exigir, ni de esperar, ni de obligar, ni de obligarse, ni de tener, ni de cumplir requisitos.

El amor simplemente es amar.

Hoy en ESRADIO MÁLAGA (90.5FM) entre 12:30 y 13:00 estaré hablando con Rafael Calvo en El Vendedor de Peines sobre San Valentín, Cupido, el amor y la felicidad con o sin pareja.

Nos oímos, nos vemos, nos leemos. Te amo. ¡Un abrazo!

miércoles, 7 de febrero de 2018

¿POR QUÉ SIEMPRE ME VA MAL EN EL AMOR?

Hay personas que suelen lamentarse de tener muy mala suerte en las relaciones de pareja. Van de relación en relación, o bien nunca acaban de cuajar y tener una relación que dure más allá de los primeros meses, del "vamos a conocernos". Tanto si eres una de esas personas, como si conoces a alguien (que seguro que sí) que encaja en el tipo, o si simplemente te interesa aprender más y mejorar en el área del amor, este post puede ayudarte.

En primer lugar, nada de estigmatizaciones, ¡fuera culpas y fuera automachaques! El amor es un encuentro, y es absolutamente normal que haya desencuentros, y la responsabilidad es compartida. Que hayas tenido muchas relaciones que no han funcionado, o muy pocas relaciones o ninguna, no te convierte en peor persona que nadie. La culpa puede ser muy incapacitante, la "etiquetización" también ("yo soy así, el amor no es lo mío..."). A través de detectar en qué fallamos y tratar de mejorarlo se crece, a través de la culpa y el estigma no. Por otra parte: las relaciones románticas son un área más de la vida que puede estar satisfecha o no, pero no son lo único. ¿Qué hay de las relaciones laborales, sociales, familiares? Que te vaya mal en el amor no significa que seas un cero a la izquierda o que estés gafado. Es importante detectar las fallas de uno mismo para poder transformarlas. Y todos tenemos defectos, así que no te infravalores.

En segundo lugar, partiendo de lo anterior, es imprescindible, si quieres empezar a mejorar en el área de las relaciones románticas: que te conozcas. Hacer introspección: observación de los pensamientos, emociones y conductas. Saber qué te gusta, qué quieres, qué te molesta pero estás dispuesto a tolerar, qué detestas,... El segundo principal motivo por el cual a muchas personas les va mal en el amor es que no se conocen a sí mismas ni saben lo que les gusta o quieren, y sus elecciones entonces responden más al azar, a los impulsos sexuales o al deseo de no estar solo, en lugar de a una auténtica motivación por compartir la vida con alguien con intereses y valores comunes.

En tercer lugar, aunque el autoconocimiento es esencial, ya que cada caso es único, y por tanto las causas de por qué a las personas les va mal en las relaciones románticas son múltiples, complejas y singulares, SÍ que hay un primer principal motivo común por el cual a las personas le suele ir mal en el amor: cómo piensan el amor. Nuestras creencias y pensamientos. Porque nuestras creencias y pensamientos determinan nuestra manera de sentir y actuar, no respecto hacia las relaciones románticas, ¡respecto a todo, respecto a la vida! Así:

- Si pienso que las relaciones románticas son lo más importante en la vida y sin ellas no se puede ser feliz (exageración: hiperromanticismo), será fácil generarse ansiedad que derive en conductas de autoboicot: agobiar demasiado a la otra persona (apego ansioso), dependencia emocional y conductas celotípicas por miedo a perder "la felicidad".

- Si pienso que todos los hombres o mujeres son iguales (generalización) fácilmente sentiré miedo a que me hagan daño y desconfianza hacia cualquier persona, lo que me llevará a adoptar actitudes defensivas que seguramente acabarán en la consecución de la profecía autocumplida: cuando yo mismo provoco, de manera inconsciente o involuntaria, el mal que temía.

- Si pienso que si me embarco en una relación es para que la otra persona me haga feliz (mito de la media naranja), me sentiré muy frustrado al comprobar que la otra persona es imposible que cumpla todas mis expectativas, y convertiré en conflicto grave cualquier diferencia o carencia.

Las alternativas racionales a estas tres creencias que he puesto de ejemplo, podrían ser: las relaciones románticas son importantes pero como otras áreas de la vida, y mi bienestar no se circunscribe a un área en exclusiva; cada persona, más allá de los rasgos comunes y de los estereotipos, es única e irrepetible; y mi felicidad no me la tiene que dar nadie, me la debo dar yo, depende de mí.

¿No nos iría mejor si pensáramos así y actuáramos en consecuencia?

De ahí la importancia de pensar bien (de manera sana, racional y funcional) sobre el amor. Porque existen multitud de creencias falsas sobre qué debe y cómo debe ser el amor: mitos, falacias, prejuicios... Y la consecuencia de toda esa "diarrea mental" es que sufrimos más el amor, que disfrutarlo.

Desde hace cinco años vengo aportando mi pequeño grano de arena para derribar viejos esquemas mentales y desaprender estos prejuicios, a través del Taller Desarmando a Cupido: eliminación de creencias tóxicas sobre el amor. Un espacio para cuestionar nuestras maneras de pensar, y por ende de actuar, que espero sirva para mejorar nuestras relaciones, no sólo románticas sino con todo tipo de seres queridos, y por supuesto, la más importante: la relación que tenemos con nosotros mismos.

Pensar bien, para sentirse bien con uno mismo, y amar mejor a los demás.

Si está en Málaga el próximo sábado 10 de Febrero espero verte allí, y si no, como siempre, ¡recibe este abrazo!