jueves, 27 de diciembre de 2018

LO MEJOR DEL 2018 (II)

Segunda entrega de la recopilación de lo mejor que he colgado durante este 2018 en Redes Sociales. ¡Todo un arsenal de conocimiento para nuestro bienestar! Que los disfrutéis y aprovechéis para este 2019 y para toda la vida, ¡feliz entrada de año!





"Para poder amar a alguien, el primer paso, es amarse a uno mismo".




¿Y si sustituimos el "pensar en positivo" por "pensar bien"? Muy interesante y pedagógico artículo.



Entrevista al Maestro, Jorge Bucay, en la que habla del duelo, de la felicidad y de la libertad.




Barry Schwartz: la paradoja de elegir. Imprescindible:




Me propongo dedicar más tiempo de mi vida a la siguiente tarea: ¡no hacer nada!


miércoles, 19 de diciembre de 2018

LO MEJOR DEL 2018 (I)

Como cada año, aquí está la primera entrega de la recopilación de lo mejor que he colgado en Redes Sociales durante el 2018. Que los disfrutéis, porque no tiene desperdicio, ¡y que paséis unas muy felices fiestas!




Vídeo de Elsa Punset, muy interesante para facilitar la puesta en marcha de los propósitos del nuevo año:


Enamórate de quien te dé la gana: guapo, feo, rico, pobre, alta, baja, rubia, morena, lista o tonto... Pero enamórate de quien te trate bien.




Uno de esos inspiradores mensajes que te puede cambiar la vida. ¿Y tú, qué practicas?





Happiness: imprescindible corto sobre la (in)”felicidad”. 


Caminar: 




miércoles, 12 de diciembre de 2018

REGALOS QUE NO VIENEN EN CAJAS

Se va acercando, para algunos peligrosamente, la Navidad.

Digo peligrosamente por todo el estrés que conlleva hacer regalos: las compras, el qué elijo yo este año, los bullicios, la publicidad, el ruido...

Si Papá Noel y los Reyes Magos existen de verdad, ¡se podrían ocupar ellos ya que estamos!

Es curioso, muy curioso, que cuando la gente habla en mis talleres de lo que le gusta y no le gusta de la Navidad, entre lo más nombrado en el polo negativo, suela estar ese consumismo desaforado que nos invade a todos por estas fechas. Y es curioso, muy curioso, que cuando la gente habla en mis talleres de la felicidad, suele decir que son momentos. No cosas, no, momentos.

Por eso quería escribir este post, para recordarte la importancia que tienen las cosas que no son cosas. La importancia y lo bonito de:

- Regalar tiempo.

- Regalar sonrisas.

- Regalar caricias, besos y abrazos.

- Regalar sabiduría.

- Regalar escucha.

- Regalar palabras.

- Regalar gratitud.

- Regalar paz.

- Regalar alegría.

- Regalar coraje.

- Regalar amor.

Y por supuesto, regalar y regalarte bienestar y crecimiento personal. Por ello te animo a apuntarte al taller que haré este próximo sábado 15 de Diciembre: Taller Desarmando a Papá Noel: ¡es Navidad y me alegro!, un taller para demostrarle al bueno (o malo) de Santa que la felicidad no se puede meter dentro de una caja, un taller para compartir (regalarnos) autoestima, inteligencia emocional, positividad y otras muchas cosas (que no son cosas) imprescindibles para tener no una época del año, ¡sino toda una vida!, llena de dicha y plenitud.

Te espero si estás ese día en Málaga, y si no puedo verte, recibe ya de mí este regalo: ¡un abrazo! 

martes, 4 de diciembre de 2018

¡ACTÍVATE!

Una de las estrategias terapéuticas más usadas por los psicólogos, sobre todo los cognitivos-conductuales como yo, es la Activación Conductual.

Esta terapia se utiliza mucho para los trastornos depresivos y consiste, muy someramente, en activar a la persona (de ahí su nombre).

Uno de los síntomas más predominantes en un cuadro depresivo es el de la desmotivación, que lleva a la apatía y a la evitación de conducta y por tanto a la ausencia de reforzadores positivos.

A través de los cambios cognitivos, es decir, en la manera de pensar de la persona, ya que su estado anímico está más influido por su forma de interpretar su situación de vida y a él mismo más que por sus diversas situaciones de vida, se consigue mejorar el ánimo del paciente. Sin embargo éste es un trabajo arduo y lento y, mientras se hace (ya que sigue siendo un trabajo necesario), se puede intervenir directamente sobre los hábitos de la persona, motivándole a realizar actividades.

No cualesquiera actividades. Cada persona tiene las suyas y es trabajo del psicólogo ayudarla a buscarlas. Tienen que ser actividades que sean gratificantes para ella, que tengan un sentido y supongan una recompensa o así sería en condiciones normales, ya que por su estado anímico es muy posible que esa satisfacción tarde en encontrarse. 

Sin embargo la idea base de la que se parte es primero acción y luego motivación. Pongamos un ejemplo: imagina que quieres empezar a salir a correr, pero cada vez que vas a ponerte te invade la pereza y al final lo acabas postergando un día, y otro, y otro... La famosa procrastinación. Te faltan ganas, fuerza de voluntad y motivación, porque aunque quieres empezar, a la hora de la verdad no encuentras reforzadores positivos (alicientes) para hacerlo, ya que éstos no son inmediatos. La clave reside entonces en ¡hacer!, sin ganas, sin motivación, fuérzate, sal a la calle a correr, comprométete seriamente a hacerlo y hazlo.

La motivación vendrás después cuando, poco a poco, aprecies cómo al correr te vas sintiendo mejor, que es una sensación agradable (el ejercicio físico libera hormonas asociadas a emociones placenteras), que te vas notando cada vez más saludable, con más energía... Hasta que llega un día en el que ya no te cuesta, lo haces sin pensar, porque el refuerzo ha surgido, tu cerebro ha establecido una asociación entre salir a correr y sentirse bien y has convertido entonces esa actividad en un hábito.

Pues así con muchas actividades que en un primer momento el paciente no quiere o no le pone empeño en hacer pero que luego, simplemente haciéndolas, por el simple hecho de hacerlas, va a sentirse mejor. 

Porque las personas nos sentimos bien haciendo, moviéndonos, activándonos, independientemente de los resultados que consigamos, el hacer, el camino, el proceso, puede ser divertido, estimulante y reconfortante. Algunos de los beneficios de tener una vida activa son:

1. No piensas tanto. Los procesos rumiativos (dar vueltas y vueltas a un problema, idea o situación) son muy frecuentes en los estados depresivos, los mantienen y los agravan, y a través del hacer, salimos de nuestra propia mente.

2. Te cansas más. Y eso hace que puedas luego dormir mejor, ya que otro de los síntomas de la depresión es el imsomnio, que además provoca que te levantes con peor ánimo y menos ganas de hacer cosas, estableciéndose una espiral de inactividad.

3. Cambias la imagen que tienes de ti mismo, el YO. Todos nos vemos, nos autoobservamos y nos quedamos con una imagen de nosotros. Si la imagen que tengo de mí mismo es la de un tipo que está todo el día tirado en el sofá sin hacer gran cosa, ¿me sentiré igual de bien que si mi imagen es la de una persona activa y enérgica?

4. Encuentras la sal de la vida: las personas nos sentimos mejor cuando hacemos más aquello que más nos gusta hacer. Ésa es la sal de la vida. Lo que pasa es que las personas con depresión es como si hubieran perdido el sentido del gusto: ¡no le encuentran sabor a nada! Pero eso es sólo así al principio, después, a medida que vas haciendo, vas recuperando el sabor.

5. Por último, también se hace mucho hincapié en las rutinas y las relaciones, en la manera en que las personas con un problemas de depresión se relacionan con su entorno y las personas de su entorno. Y cuando encontramos relaciones conflictivas o insatisfactorias y rutinas que no aportan nada, y las eliminamos o las modificamos, cambiamos también el nivel de satisfacción de la persona. Es decir: no se trata sólo de hacer más, sino de cambiar tu manera de hacer, para hacer mejor.

Relacionarte mejor contigo mismo y con tu entorno, para sentirte mejor. No es tan fácil como suena, pero suena lo bastante bien como para intentarlo. Y si necesitas que te echen una mano, ¡no lo dudes, pídela!

Yo por lo pronto termino, no dándote la mano, pero sí enviándote este sincero y enorme ¡ABRAZO!   

jueves, 29 de noviembre de 2018

UN CASO DE DEPENDENCIA EMOCIONAL

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: UN CASO DE DEPENDENCIA EMOCIONAL, que nos sirve para distinguir la necesidad del deseo y para no confundir obsesión con amor, y poder vivir así relaciones más sanas y satisfactorias.

CONSULTA

Tengo 37 años y acabo de conocer a un chico 7 años más joven que yo y por ahora nos vemos de vez en cuando. Hace 2 años que me dejó mi pareja y hasta hoy no me he lanzado a conocer a nadie. Me dejó de la noche a la mañana y creo que no he superado este abandono. Con el nuevo chico, vamos despacio pero creo que hay intención por las dos partes. Hemos pasado 7 días de vacaciones juntos y todo ha marchado genial. Yo le expliqué mis intenciones de formar una pareja pero él no me contestó claro. Desde entonces todo marcha más o menos bien, pero sin definir nada. Los días que no hay comunicación yo me vuelvo loco y me vienen miedos de abandono y cuadros de ansiedad por saber de él. No quiero estropear la posible relación y quiero aprender a gestionar bien mis emociones sin volverme tan ansioso. Pero la situación a veces me supera. Por eso pido ayuda, para saber cómo poder gestionar esto y conseguir buenos resultados. Muchas gracias.

RESPUESTA


Walter Riso, psicólogo cognitivo, redefine la dependencia emocional como apego afectivo, un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y no aceptas el desprendimiento. Además, Riso, en una entrevista, valoraba este apego o dependencia como el “mayor motivo de sufrimiento de la humanidad”.

Aludiendo a la definición de Riso, el principal problema de la dependencia emocional es que la persona piensa que sólo será capaz de ser feliz si es con el otro. Esto, por supuesto, genera mucho estrés y miedos, ya que la posibilidad de que la otra persona desaparezca entonces de mi vida implicaría que ya no podría ser feliz. Pero, ¿es cierto? Otro psicólogo cognitivo, Rafael Santandreu, en su libro “El arte de no amargarse la vida”, nos dice que los seres humanos sólo necesitamos agua, comida y techo. Todo lo demás son deseos, no necesidades. La distinción es importante porque de la necesidad nacen la presión y la ansiedad. Y del deseo, la motivación y el amor basado en un apego seguro.

Entonces, si yo creo que necesito a la otra persona para ser feliz, cualquier señal que me haga sospechar que lo puedo perder ("no me llama, no me escribe, vamos demasiado lento") será interpretada como una alarma (es en realidad: una falsa alarma, pues no hace falta ni llamar ni escribir todos los días ni ir rápido, para amar bien), y entonces se despertará en mí una respuesta de ansiedad y actuaré de forma impulsiva y seguramente controladora, provocando malestar en la otra persona y en mí mismo.

Puedes gestionar tus emociones a través de estrategias centradas en la activación fisiológica, como la relajación, o por medio de la meditación y el mindfulness. Pero de nada servirán si no cambias tu manera de pensar acerca de la felicidad y el amor, y sobre todo, tu manera de pensarte, de valorarte. Lo único que necesitas para ser feliz es amor incondicional desde ti, hacia ti. Todo lo demás que venga, bienvenido sea. Todo lo que se vaya, déjalo ir. Ánimo, un abrazo.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

MÁS SER Y MENOS YO

El Yo o Ego es mi identidad hacia el mundo que me rodea, el producto de mi consciencia, la proyección mental que genero de mí mismo en interacción con el ambiente.

Todos tenemos Yo, pero no todos tenemos la misma orientación hacia el Yo.

Hay personas que tienen una conciencia excesiva de si mismos y viven demasiado orientados hacia el cuidado y protección de su Yo.

Les angustia en demasía que algo malo les pueda pasar y cómo afecte esa vivencia a la identidad que proyectan de sí mismos hacia los demás.

¿Alguna vez te ha pasado algo malo y lo primero que has pensado ha sido "Qué pensarán de mí cuando se enteren"?

Son personas por tanto que se preocupan en exceso por el qué dirán y que cuando sobreviene la adversidad se identifican (identifican a su Yo con ella). Si le pasa algo malo a mi Yo, mi Yo es un desgraciado, si mi Yo fracasa, mi Yo es un fracasado. Lo malo que pueda pasar entonces, al definir su identidad (su Yo) con respecto a sí mismos y los demás, adquiere proporciones gigantescas. 

Por eso estas personas suelen ser evitativas o demasiado cautas, rumiativas, neuróticas y les afecta demasiado la crítica o el rechazo. Todas esas estrategias van encaminadas a poner al individuo en alerta "para evitar" (en realidad no consiguen evitar nada) que la adversidad sobrevenga porque si lo hace, lo pasarán fatal, por las razones que he dado antes. Así, se convierten en sobreprotectores de su Yo. Como una madre sobreprotectora que siempre está encima de sus hijos para evitar que les suceda el más mínimo mal... Pues igual.

Luego están las madres que permiten que sus hijos salgan a la calle a hacer trastadas y mancharse las botas de barro.

Las personas que viven orientadas al Ser no están tan preocupadas por que algo malo les pueda pasar. Así que arriesgan más, piensan menos las cosas, no le dan tanta importancia a los fracasos y a las malas faenas de la vida, no sobrevaloran la opinión de la gente.

No es que no tengan Yo, todos tenemos consciencia de nosotros mismos, pero este tipo de personas no ponen tanto el foco en esa representación mental. Porque están orientadas al Ser.

¿Y qué es el Ser? Buena pregunta: TÚ eres el Ser.

¿A que si no tuvieras consciencia de ti mismo, mente, pensamientos, si no supieras que existes y eres dentro de un contexto que compartes con otros seres... a que seguirías siendo?

Pues eso es el Ser.

El Ser es lo que eres, más allá de tu Yo, más allá de los límites de la mente-consciencia, más allá de la cárcel de tus pensamientos. Porque TÚ eres, más allá de lo que piensas que eres.

¿Acaso un perro no es? Y los animales no tienen consciencia en tanto en cuanto no tienen capacidad para pensar. Pero un animal siente. A nivel fisiológico, y a nivel emocional. Si un animal padece un mal, el animal sufre emocionalmente. Pero lo que no va a hacer el animal es decirse a sí mismo "vaya vida más perra tengo" o "¿qué pensarán de mí cuando se enteren?"

No somos perros, tenemos mente y por tanto consciencia y pensamientos y por tanto Yo o Ego, pero creo que nos ayudará a vivir mejor entender que SOMOS, más allá de ese Yo, más allá de lo que pensamos que somos y lo que pensamos sobre lo que nos ha ocurrido y cómo define a ese Yo, y más allá de lo que los demás opinen y cómo su opinión afecte a mi Yo, somos seres deseosos de sentir, arriesgar, ganar y fracasar, enamorarnos y desenamorarnos, vivir el presente y no en el futuro, de disfrutar y gozar pero también de sufrir porque, ¿cuán importante es ese sufrimiento?, si después puedo levantarme, seguir para delante y volver a disfrutar, gozar y llenarme de las experiencias de la vida y de la gente que la comparte conmigo. Las personas que no viven orientadas hacia la sobreprotección de su Yo sino orientadas al Ser, al sentir, al hacer, en definitiva, son personas que están deseando...

... salir a la calle, hacer trastadas, y mancharse las botas de barro.

¡Mánchatelas! Un abrazo.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

RESPONSABILIDAD VS CULPA

La culpa puede ser uno de los grandes saboteadores de nuestra autoestima.

Y digo "puede ser" porque en realidad la culpa, como emoción que es, no es buena ni mala, es sólo natural. Y es natural que sintamos culpa y además eso nos sirve para relacionarnos con nuestro entorno, porque si no existiera la culpa... Es ya existiendo, ¡y madre mía cómo está el mundo!

Sin embargo, llega un momento en el que la culpa deja de funcionar, y no sirve de nada, y más que para no servir de nada, sirve para sentirnos mal, perjudicarnos por ende, y empeorar nuestras relaciones. Ese momento para mí es el acto de sentirse culpable. Cuando te atormentas con la culpa una y otra vez, una y otra vez...

Sentir culpa, una única vez, de manera contingente con el acto que ocasionó esa culpa, puede servirnos para "no volverlo a hacer". Pero castigarnos con la culpa, ¿de qué nos sirve?

Pues sí lo hacemos es porque creemos que sí, que nos sirve, si no, simplemente, no lo haríamos. Un día, malaprendimos, en clase de religión, o porque vimos a nuestros abuelos o padres hacerlo, o porque el profesor nos puso demasiado tiempo contra la pared... que sentirnos culpables de manera intensa y prolongada nos haría aprender más y mejor.

¡Y NO ES CIERTO!

Más allá de la contingencias inmediata, la culpa no sirve. Si te doy un golpe sin querer y enseguida siento culpa, te pediré perdón y trataré de tener cuidado la próxima vez. Pero seguir recreándome en la culpa no me va a ayudar a ser más cuidadoso, porque la culpa sólo nos enfoca hacia el pasado, hacia lo que hice mal.

En cambio la responsabilidad, asumir que soy responsable de mis actos, sin machacarme por ello, y que también soy el responsable de mi propio cambio: ¡eso sí me ayuda a cambiar! Así que la próxima vez que te castigues a través de tu culpa, pregúntate:

1. Esta culpa: ¿va a hacer que cambie lo que pasó?, ¿me va a hacer mejor persona?

2. ¿Cuál es mi cuota de responsabilidad respecto a lo sucedido?, ¿hasta qué punto y en qué aspectos concretos soy responsable de los hechos y sus consecuencias?

3. Sobre aquello que entra dentro de mi responsabilidad: ¿qué puedo hacer para cambiarlo, bien para que no vuelva a ocurrir o bien para mejorar?

Estas 3 preguntas pueden suponer la diferencia entre el pasado donde ya no hacemos nada, y el presente y lo que sí podemos hacer ahora, entre el autofustigamiento con el que sólo me provoco malestar a mí mismo, y mi compromiso por mejorar para el futuro y conseguir resultados mejores.

Este sábado 17 de Noviembre haré en Málaga el Taller de Autoestima: "¡Soy imperfecto y me alegro!", en el que trabajaremos la culpa y otros saboteadores de la autoestima, además de diferentes pautas que podemos usar para potenciar nuestro amor propio. Si estás en Málaga, ¡te espero! 

Y si no, recibe como siempre, ¡este abrazo! 

miércoles, 7 de noviembre de 2018

EL SÍNDROME DEL CONTROLADOR AÉREO

Hay veces en la vida en las que la ansiedad de rendimiento nos golpea con todas sus fuerzas. Si quieres saber más respecto a este tipo de ansiedad, puedes ver el siguiente vídeo:


Porque empezamos en un nuevo trabajo y queremos causar una buena impresión.

O porque aparecen nuevas e imprevistas dificultades en mi actual trabajo.

O porque emprendo un nuevo proyecto en el cual he puesto mucho esfuerzo previo para que salga bien.

O porque me asignan nuevas responsabilidades y más personas a mi cargo.

O porque tengo un trabajo en el que si lo hago mal se pierde mucho dinero.

Son muchos los motivos (además de los intrapersonales) por los cuales puedo empezar a sentirme, con respecto a un trabajo, un proyecto o, sí, también, una pareja u otro tipo de relación: muy agobiado, perder la capacidad para distraerme y evadirme, no poder conciliar el sueño o dormir mal... entre otros síntomas.

A las personas que les pasa esto (y a mí me ha pasado también) nos digo que tenemos el Síndrome del Controlador Aéreo. ¿Por qué? Porque, ¿qué pasa si un controlador aéreo hace mal su trabajo?

Efectivamente, muere gente, mucha gente.

Sin embargo, si tú haces mal tu trabajo, ¡seguramente las consecuencias no sean ni de lejos tan graves como ésa! Sí, un cliente puede acabar insatisfecho, o tu jefe decepcionado, o se puede perder mucho tiempo o recursos o dinero, o te pueden despedir, ¿¿¿y qué??? ¡No es el fin del mundo! Todo eso es superable, recuperable, prescindible... ¡Pero tu bienestar, ahora, no!

Así que la próxima vez que te descubras a ti mismo o misma preocupándote excesivamente ante un reto profesional, personal o relacional, simplemente relájate, simplemente piensa: "Tranquilo, no eres un controlador aéreo".

El día que se presente en mi consulta un controlador aéreo, voy a pasar una ansiedad de rendimiento de narices. ¡Un abrazo!

martes, 30 de octubre de 2018

PROBLEMAS DE COMUNICACIÓN Y DESCONFIANZA EN LA RELACIÓN

De 2015 a 2017 tuve el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestábamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Fue una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevé y que quiero compartir con vosotros, publicando algunas de las consultas más destacadas que tuve la oportunidad de contestar.

Esta semana: Problemas de comunicación y desconfianza en la relación. Un caso real que nos puede ayudar a resolver estos problemas muy comunes en la relaciones de pareja, para aprender a construir juntos un espacio compartido significativo al tiempo que se respeta el espacio personal de cada uno.

CONSULTA


Soy una mujer casada desde hace 10 años, tengo 2 hijas y siento que mi vida amorosa no tiene sentido: cada día me encuentro peor con mi esposo, ya que deseo tener más tiempo para terminar mi carrera profesional y desarrollarme en mi trabajo, pero quiere que le dedique más tiempo a él y menos a mi profesión y acabamos discutiendo. A esto se le suman infidelidades y problemas de falta de confianza. No sé si quiero estar más junto a él, porque siento que en lugar de apoyarme en mi vida profesional, me echa en cara todo el tiempo que no le dedico. 

RESPUESTA

Para que una relación de pareja funcione es imprescindible que exista una buena comunicación. Los reproches no forman parte de esa buena comunicación. Si los sustituimos por expresión emocional, asertividad y empatía, facilitamos el proceso de resolución de conflictos.


En tu caso, el conflicto es que tú quieres dedicar más tiempo a tu carrera profesional mientras tu marido te demanda más tiempo para él. ¿Es necesario sacrificar una de las dos demandas, para que la otra se realice? En psicología encontramos tres estilos relacionales según el tipo de apego: las relaciones basadas en apego ansioso, las basadas en apego distante, y las basadas en un apego seguro o maduro. Estas últimas son las más sanas, y en ellas los miembros de la pareja aprenden a encontrar un equilibrio para que coexistan el espacio exclusivo de cada uno y el espacio compartido, esenciales ambos para el bienestar conjunto. Mi recomendación: que os sentéis los dos a hablar tranquilamente para buscar soluciones que os hagan llegar a ese equilibrio.

Sin embargo, queda otro asunto pendiente. La confianza es otro de los pilares de una relación, y aquélla queda muy deteriorada tras una infidelidad. Eso no quiere decir que no se pueda superar y volver a reconstruir esa confianza, muchas parejas lo hacen. Si quieres continuar con tu marido es una decisión que sólo te concierne a ti, y si la tomas, trabajar los problemas de comunicación y de desconfianza con un terapeuta de parejas, os puede ser de gran ayuda. Ánimo, un abrazo. 

jueves, 25 de octubre de 2018

VAS A ESTAR BIEN

Hay veces en la vida que pasamos por momentos duros, difíciles, de incertidumbre... El infortunio nos golpea de repente, de manera inesperada, y pensar que las cosas finalmente "van a salir bien" o que tú mismo "vas a estar bien", nos ayuda a sobrellevarlos.

Pero hay muchas personas a las que les cuesta ser optimistas. Racionalizan sobre ellos mismos y su situación de vida (seguramente demasiado) y encuentran que no es seguro que las cosas vayan a salir bien o que vayas a estar bien. Por supuesto, esa seguridad, esa certidumbre, es imposible obtenerla, y por lo tanto importante es renunciar a ella.

A este tipo de personas, o a todo el mundo (incluido a mí mismo), porque todos hemos pasado por momentos en los que el optimismo era difícil de adoptar y renunciar a esa garantía de certeza se volvía harto complicado, nos preguntaría:

¿Has venido al mundo a hacer predicciones?

¿Has venido al mundo a acertar? ¿A saber lo que va a pasar?

¿O has venido al mundo a ser feliz, a... estar bien?

El "va a estar bien", el "vas a estar bien" no debe ser tomado como una predicción, ya que como tal, por su propia naturaleza, puede acabar siendo una predicción errónea.

El "va a estar bien" o "vas a estar bien" debe ser tomado como una declaración de intenciones. 

Porque la felicidad no va de predecir y acertar. La felicidad no va de tener certeza, ni seguridad. La felicidad ni siquiera va de lo que me pasa o me pueda pasar. La felicidad es sobre todo una cuestión de actitud, de con qué actitud afronto lo que me pasa o me pueda pasar.

Y con el "va a estar bien" o "vas a estar bien" yo declaro mi intención de estar bien, me comprometo a tener una actitud que me facilite estar bien.

Frente a la adversidad, frente al fracaso, frente a la pérdida, frente a la enfermedad, frente al dolor: llora, ten miedo, rabia, ¡permítete estar mal! Porque la felicidad no es estar siempre bien. No es eso...

Pero sí tiene mucho que ver con no abandonar nunca mi predisposición a sentirme bien.

Porque para eso venimos al mundo.

Vas a estar bien Eva. ¡Un abrazo!

jueves, 18 de octubre de 2018

UN MONSTRUO LLAMADO MOBBING

En España en torno al 15% de los trabajadores afirma sufrir o haber sufrido mobbing (acoso u hostigamiento laboral). Una cifra demasiado alta para silenciarla. Hay que hablar, y hay que hablar bien alto de lo qué es el mobbing, sus consecuencias y las posibles soluciones o alternativas.

Conociendo al monstruo

El mobbing o acoso laboral consiste en un conjunto de conductas repetidas y prolongadas en el tiempo que son hostiles hacia un trabajador y que provocan consecuencias negativas en su salud (ya sea a nivel físico, mental o emocional). Es fruto de un desequilibrio de poder que el acosador aprovecha para hacer daño a la víctima, ya que ésta no dispone de los recursos necesarios para hacer frente al acosador.

Algunas de las conductas más frecuentes que forman parte del repertorio del mobbing son: designar tareas por debajo de su cualificación o habilidades, degradando a la víctima; asignar exceso de trabajo o establecer plazos o tiempos imposibles de cumplir o que son incompatibles con la vida familiar; tácticas de desestabilización: cambios de puesto, de turnos o de horarios sin antelación suficiente; ignorar a la persona o marginarle; ataques a la vida privada de la persona, como difamaciones; agresiones verbales, físicas o sexuales.

El perfil del acosador suele ser el de una persona mentirosa, agresiva, resentida y frustrada, necesitada de reconocimiento por su complejo de inferioridad, narcisista, poco empática y excesivamente crítica. Por su parte, el perfil de la víctima suele ser el de una persona auténtica, honrada y transparente, con un alto sentido ético y de la justicia, con carisma y popularidad, inteligente y competente, empática, abierta y comunicativa. Todos estos rasgos le convierten en una "amenaza" para el acosador dentro de la organización, y por ese motivo éste suele iniciar la conducta de hostigamiento.

Las consecuencias para la víctima son personales: ansiedad, depresión, rabia e impotencia, miedo, insomnio, pérdida de autoestima... y también puede llegar a afectar a su vida social y familiar. Por su parte, la organización también se ve afectada: disminución del rendimiento, aumento del absentismo, mal clima laboral, pérdida de producción. 

Hay que aclarar que el mobbing puede darse de forma descendente (de un superior a un inferior) y es lo más común, pero también entre trabajadores de mismo rango o incluso en dirección ascendente, desde un subordinado a un superior.

Por todo ello, por las consecuencias que tiene, no sólo en lo personal para la víctima de mobbing sino para la sociedad en su conjunto, porque todos podemos llegar a sufrir este hostigamiento, es importante hablar del mobbing y de qué se puede hacer para manejar y superar este problema.

Enfrentándonos con el monstruo

1. En primer lugar, no lo permitas, no te calles, denuncia. El acoso laboral es inmoral e ilegal, no tienes derecho a ser tratado así, por lo tanto, ampárate en la ley para denunciarlo. Puedes primero ponerlo en conocimiento de la Organización, pero sí ellos relativizan o ignoran la problemática, busca un abogado y denuncia.

2. En segundo lugar, apóyate en toda la gente que puedas. Compañeros, familiares, amigos. Busca su apoyo emocional y también instrumental: testigos, pruebas, etc. Muchas veces esto no es posible, el resto de los trabajadores, o apoyan al acosador porque éste es un manipulador, o simplemente tienen miedo y no se atreven a ir contra él, por tanto la víctima se ve muy sola. No lo está. Sigue teniendo el apoyo de gente cercana, sigue teniendo el amparo de la ley. Es importante que reúna todas las pruebas posibles que le ayuden en su proceso laboral o legal contra el acosador.

3. No te culpabilices. Tú no tienes la culpa de lo que te están haciendo, tú no te lo mereces. Tienes todo el derecho del mundo a ser tratado de otra manera y a lucha por ello. La culpa inmoviliza, y necesitas ponerte en acción.

4. No pierdas el tiempo pensando en lo injusta que es la situación. Sí, lo es, ¿y qué ganas pensando en ello? ¿Qué ganas metiéndote en la psique del acosador, tratando de entender por qué estás actuando como lo hace? Está pasando, acéptalo, asúmelo, y ponte en acción para que deje de pasar. 

5. Mejora tus Habilidades Sociales. Un buen nivel de asertividad te permitirá no adoptar una actitud pasiva y enfrentarte a tu acosador sin entrar en un conflicto agresivo, como él pretende.

6. Dadas todas las consecuencias que hemos visto anteriormente, date de baja si lo necesitas. Si sufres de ansiedad, si tu salud se está viendo mermada, ¿de qué te sirve adoptar una actitud de resistencia? Como cuando enfermamos por otros motivos, en esta situación también tienes todo el derecho del mundo a solicitar una baja.

7. Pon el foco en otras cosas. No centres toda tu atención en el trabajo, en el acosador, en lo que va mal. No le des ese poder. ¿Qué hay de lo que funciona, de lo que sí va bien, de lo que tiene más valor para ti en este mundo: familia, amigos, actividades que te hacen sentir bien...?

8. Pide ayuda psicológica. Todos las podemos necesitar en algún o algunos momentos de nuestra vida. Eso no es malo. Eso no nos hace débiles. Todo lo contrario: nos hace fuertes, porque hay que ser muy fuerte para tener el coraje de pedir ayuda y afrontar tus problemas.

En definitiva, el monstruo del mobbing es amenazante y preocupante, pero no estás solo o sola. No lo estás. Juntos, podemos hacerle frente.

¡Un abrazo!

martes, 9 de octubre de 2018

LA VERGÜENZA DE UNO MISMO

Brené Brown, socióloga norteamericana que ha hecho un amplio estudio sobre la vergüenza, nos dice en una de sus famosas conferencias que la culpa es decirte "Yo he hecho algo malo", mientras que la vergüenza es decirte: "Yo soy lo malo".

Yo soy lo malo, yo soy el error, está en mí.

Y esto es fatal, fatal... Porque esa vergüenza sobre mí mismo deriva en un mal autoconcepto, al que luego sigue falta de autoconfianza, a la que luego acompañará la timidez, la fobia social, el miedo al fracaso o la ansiedad ante cualquier tipo de situación... Ya que YO soy lo malo.

Y mi insatisfacción conmigo mismo y con mi vida será tan grande, que es muy probable que aparezca también la depresión.

Y todo, todo, por algo que me he dicho.

Porque recordemos que está lo que nos pasa, y está lo que yo me digo a mí mismo sobre lo que me pasa. La vergüenza aparece precisamente por un exceso de identificación sobre lo que me pasa, por cómo interpreto esos acontecimientos y la identidad que forjo sobre mí mismo a través de los mismos.

Por eso es tan importante aprender a controlar las atribuciones causales respecto a los acontecimientos de mi vida. Estas atribuciones puedes ser de 4 tipos:

- Atribuciones internas o externas. Lo que me pasa es debido a mí o debido a factores externos.

- Atribuciones estables o inestables. Lo que me pasa seguirá pasando siempre o es un hecho puntual.

- Atribuciones globales o específicas. Lo que me pasa, me pasa en cualquier tipo de situaciones o en situaciones determinadas.

- Atribuciones incontrolables o controlables. No puedo cambiar lo que me pasa o sí puedo cambiarlo.

Entonces, si pienso que lo malo que me pasa, me pasará siempre, en cualquier tipo de situación, y que tiene que ver con algún aspecto de mi persona que no puedo cambiar, fácilmente me identificaré con lo malo que me pasa, llegando a la conclusión de que:

YO SOY LO MALO

Y me esconderé, evitaré, tendré miedo, y me sentiré mal conmigo mismo.

En cambio, si trato de hacer atribuciones más realistas, porque normalmente los eventos no son estables ni globales, a veces son controlables y otras no, y en parte atribuibles a uno mismo pero en otra parte atribuibles a factores externos, entonces los resultados cambiarán:

ME HA PASADO ALGO MALO
PERO YO NO SOY LO QUE ME PASA.

No eres un fracasado por fracasar.

Si te han maltratado, si te han hecho bullying o mobbing, tú no eres eso, no te lo merecías.

Si te han juzgado, si te han minusvalorado, si te han rechazado mil y unas veces, sigues siendo digno y digna de aceptación, de amor y de felicidad.

Deja de atribuirte todo "el mérito" de lo malo que te pasa, deja de sentir vergüenza de ti mismo, ¿por qué, qué ganas con eso?

¿No ves que tú eres mucho más: tus valores, tus fortalezas, tus ilusiones, tu capacidad de ayudar y amar a los demás, tu capacidad de conocerte, aceptarte, amarte y reinventarte?

Cuando te suceda algo malo, no te identifiques con eso. Analízalo y trata de hacer atribuciones realistas y sacar conclusiones útiles. Puede que haya algo que cambiar en ti, pero todo podemos cambiar, todo tenemos virtudes que podemos mejorar y defectos que pueden ser corregidos, eso no significa que seamos malos...

ESO SIGNIFICA QUE ERES HUMANO

Y aunque como especie tenemos tanto y tanto que mejorar, seguramente la vergüenza no nos ayude nada a ello.

Quiero pensar, que el amor sí lo hará.

¡Un abrazo!

miércoles, 3 de octubre de 2018

ESE PEQUEÑO GRAN HIJO DE PUTA LLAMADO EGO

Igual que en las cajetillas de tabaco antes ponían que fumar puede ser perjudicial para su salud (ahora son menos políticamente correctas y más fieles a la realidad y por eso ponen "fumar mata"), allá por donde fuéramos deberíamos ver avisos que nos recordaran que el Ego puede ser tremendamente perjudicial para nuestro bienestar emocional.

Pero, ¿por qué? O antes de nada, ¿qué es el Ego?

Definiciones del Ego hay muchas, muchísimas, y te animo a investigar sobre el tema, porque es muy interesante, y para hacerte tu propia idea sobre qué el Ego. Yo me permitiré, humildemente, compartir la mía contigo:

El Ego es el producto de la consciencia.

Al ser seres pensantes, inevitablemente, tenemos consciencia, es decir, conocimiento de nuestra propia existencia, y ese conocimiento deriva en la proyección mental de nosotros mismos. Y ese "Yo mismo", es el Ego.

Es decir, el Ego es lo que piensas que piensas, que sientes, que dices y que haces. Lo que piensas que eres. Pero tú ERES, más allá de esa consciencia. Aunque no tuvieras mente y por tanto ni pensamientos ni consciencia.

Los perros son, por ejemplo. Pero los perros no tienen Ego. Y sin embargo un perro (al igual que un gato, al igual que un toro...) puede sufrir, ¡claro que puede sufrir! Porque lo que los animales sí tienen son emociones. Entonces pueden sentir tristeza, miedo, ansiedad, estrés, rabia... Si les maltratas, se estresan, sufren, y ese sufrimiento puede incluso derivar en una depresión.

Pero lo que no hará nunca un perro es decirse: "qué vida más perra tengo" o "vaya mierda de perro que soy".

Entonces, cuando sufrimos (porque nosotros también somos seres sintientes, por supuesto, lo seríamos incluso sin Ego), y el pequeño yo que hay en nosotros en forma de consciencia nos dice que lo que te ha hecho sufrir tú te lo has buscado, que lo que te ha hecho sufrir forma parte de ti mismo, que te define, y que has caído en vergüenza o desprestigio frente a los demás (porque el Ego al fin y al cabo es mi "Yo mismo" en el mundo, junto a los demás), añades sufrimiento al sufrimiento.

Cuando sufres y te identificas con el sufrimiento a través de la identidad que tu consciencia proyecta de ti mismo, tu identidad se ve resquebrajada, y al dolor propio del sufimiento, se le suma ese dolor: el del Ego herido.

La solución no pasa por matar a ese maldito bastardo. Pero tampoco pasa por sobreprotegerlo. Si nos centramos en cuidar nuestra propia imagen, nuestro "Yo mismo" en el mundo, sin duda encontraremos multitud de señales que amenazan su integridad.

Si en lugar de eso me oriento a no darle tanta importancia a lo que soy o lo que pueda ser para los demás, y me enfoco más en sentirme bien, puede que para muchos otros Egos mi "Yo mismo" no encaje en el perfil de un Ego feliz...

... y que a mí me dé igual, exactamente igual...

... porque me sienta bien,  muy, muy bien.

Este sábado 6 de Octubre haré en Málaga el Taller de Psicología Positiva, Bienestar y Crecimiento Personal: "¡Soy infeliz y me alegro!", en el que hablaremos, debatiremos e incluso jugaremos sobre el Ego, la mente, las emociones y la autoestima. Para aprender en grupo a ser cada uno de nosotros un poquito más felices... o no, ¡y no montar un drama por ello!

Si estás en Málaga allí te espero y si no, como siempre, recibe este enorme abrazo.