miércoles, 26 de abril de 2017

AUTOEXIGENCIA EXCESIVA Y BAJA AUTOCONFIANZA


Desde 2015 tengo el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Desde entonces, una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevo y que quiero compartir contigo, publicando algunas de las consultas más destacadas que he tenido la oportunidad de contestar.

Esta semana: La relación entre la autoexigencia excesiva y la baja autoconfianza. Un caso que nos muestra cómo mientras más irreales son las expectativas que vuelco sobre mí mismo, menor es la seguridad que tengo en mis propios recursos personales.
CONSULTA

Tengo 27 años y desde hace unos 5 estoy perdiendo casi todas mis amistades y me es muy difícil relacionarme. Con mis parejas siempre tuve discusiones y problemas de celos, siempre me vi insuficiente. Al mantener una conversación siempre estoy atenta de lo que digo y dicen los demás, siempre pienso en si me aburro o se aburren, en que no sé de qué hablar, y esto me bloquea totalmente. Además tuve problemas con amigas y me cuesta mucho volver a confiar. Salgo con un chico desde hace un año y no avanzamos, sólo sexo, lo que he tomado como una vía de escape; él sí ha intentando que hagamos más cosas. No sé qué hacer, he acudido a varios psicólogos y no han sabido cómo ayudarme, he probado con medicación pero tampoco me ha sido útil. Sé que soy yo quien tiene que cambiar pero no sé cómo y cada vez tengo menos fuerza de voluntad al no ver resultados.

RESPUESTA

La base de los celos se encuentra en la desconfianza. Pero esa desconfianza no se dirige exclusivamente hacia el otro, lo más común es que la causa principal de los celos sea una falta de confianza en uno mismo. Como te ocurre a ti: "siempre me vi insuficiente". Esa percepción de ti misma influye en tu seguridad y por ende en tus relaciones sociales, ya que tratarás de encontrar evidencias continuas en los demás de que resultas una persona atractiva socialmente, pues no estás nada segura de ello. Esa inseguridad se transmite, y puede ser generadora de conflictos, lo que acaba provocando rechazo social. Es decir, la famosa profecía autocumplida: al final somos nosotros mismos quienes provocamos el mal que temíamos.
Por otra parte, cómo no vas a tener déficit de autoconfianza si también tienes una autoexigencia excesiva: "siempre estoy atenta a lo que digo, a si se aburren, a que no sé de qué hablar...". Ambos rasgos, baja autoconfianza y autoexigencia excesiva, suelen ir de la mano, porque si te marcas unas expectativas demasiado altas sobre ti misma, nunca vas a llegar a ser lo que quieres, siempre vas a quedarte por debajo, y te vas a sentir inferior. Pero no porque seas inferior a los demás, eres inferior a la idea que te has creado sobre lo que tienes que ser tú, pero porque esa idea es demasiado exigente.
Solución: baja tus expectativas, permítete el error y el hecho de que no le puedes caer bien a todo el mundo. También examina cuáles son tus virtudes y fortalezas, y qué aspectos de ti misma necesitas mejorar, es decir: conócete, para hacer así una valoración más justa de ti misma. Quizá sea eso lo que falle con tu actual pareja: temes avanzar porque eso implicaría que te conociera mejor y descubriera aquellos rasgos de ti que menos te gusta enseñar ya que... revelan que no eres perfecta. Pero es que no lo eres. Y puedes estar tranquila, que él tampoco. Suerte, un abrazo.

jueves, 20 de abril de 2017

EL LADO ATRACTIVO DE LA DEPRESIÓN

Hay veces que la vida nos estresa tanto.


Nos estresa el trabajo, nos estresan las responsabilidades, nos estresa nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hijos...

Y como la ansiedad nos asusta tanto, como aparece ese miedo al miedo tan característico y agobiante, decidimos escondernos, refugiarnos. Y muy frecuentemente lo hacemos bajo la sombra de la depresión.

Los trastornos de ansiedad y los de depresión presentan una alta comorbilidad, es decir: cuando se da uno, sucede también el otro.

Y es que la depresión tiene una parte muy atractiva: si te deprimes no tienes que hacer nada, sólo quedarte en casa, estás deprimido. Si te deprimes no tienes ni que ocuparte de ti mismo, los demás lo harán por ti, ¿o acaso no ven que estás deprimido?

Son muchos los que, antes de afrontar los estímulos que generan su ansiedad, deciden acoplarse en la zona de confort que te aporta la depresión, en la que no tienes que hacer nada. Por no hacer, no tienes ni que ser feliz.

Por eso es tan difícil sacar a ciertas personas de esa zona de seguridad, porque lo primero que piensan es: "¿merece la pena?" ¿Realmente merece la pena? No soy feliz, ¿y qué? Aquí estoy cómodo, aquí estoy tranquilo, aquí estoy sereno, la felicidad cuesta mucho esfuerzo, la felicidad me agobia, déjame con tu maldita felicidad y vete al cuerno...

Sólo que no es verdad. No estás cómodo, ni tranquilo, ni sereno. El estrés sigue habitando en ti, lo hizo desde el principio. El estrés no es el trabajo, no son las responsabilidades, no es tu madre o tu pareja... El estrés es tu mente. Tu mente diciéndote: "Algo malo va a pasar en el trabajo, o con tus responsabilidades, o con tu madre o con tu pareja... y eso malo que va a pasar va a ser horrible". Así que a través de la depresión eliminas fuentes de estrés, o te ocultas de ellas, las evitas, huyes. Pero de tu mente nunca vas a poder huir. Y por muy pocas fuentes de estrés que existan en tu entorno, tu mente te va a seguir presentando la posibilidad de que algo malo va a pasar y que va a ser horrible.

Escogiste, porque lo hiciste, la depresión como una solución a tu problema con el miedo. Es como el chiste "¿Qué eliges, susto o muerte?". Sólo que escoges muerte. Y no es una buena solución.

Seguramente entender que, por mucho que tu mente insista en ello, nada malo tiene por qué pasar y, que si pasa, tampoco será tan horrible y podrás sobrellevarlo, no sea tampoco la solución definitiva, pero puede ser un buen punto de inflexión...

... para salir de la cueva de la depresión...

... y enfrentar tus miedos.

Y claro joder, claro que merece la pena.

Un abrazo.

lunes, 10 de abril de 2017

CREE EN TI

Cuantas veces me habré dicho a mí mismo "no puedes", y no lo hice. Y a lo mejor, podía.

Cuantas veces me habré dicho "no eres lo suficientemente bueno". Y a lo mejor lo era.

Cuantas veces habré desistido o renunciado. Cuantas veces me habré negado, me habré censurado. Limitado. Obviado. Anulado.

¿Y tú?

Si te sientes identificado, tranquilo, no eres raro, no eres anormal, es bastante frecuente, somos objeto de tantos condicionamientos, y éstos condicionan nuestra manera de pensar y actuar a lo largo de la vida. ¿Y quién no ha fracasado? ¿Y quién no se ha sentido decepcionado alguna vez? Decepcionado consigo mismo.

Quizá tantas veces que, se acaba perdiendo la confianza. La fe.

Porque también nos hemos dicho que podíamos y... No pudimos. También nos dijimos que eramos bueno, merecedores... Y no lo merecimos.

Y... ¿y qué?

Cierto, no eres omnipotente. ¿Necesitas serlo para creer en ti? No eres perfecto. ¿Necesitas serlo para creer en ti?

No eres un Dios,
y no necesitas serlo para ser tu Dios,
tu mayor fe, tu gran religión.

Los cristianos no saben a Dios, creen en Dios, y su fe les impulsa a llevar grandes tronos sobre sus hombros por largas horas. Los musulmanes no saben a Alá, creen en Alá, y su fe les impulsa a orar hacia La Meca 5 veces al día.

No necesitas estar seguro de que podrás, para hacerlo. No necesitas saber que eres lo suficientemente bueno, para intentarlo.

Y lo mejor de todo de esta nueva religión a la que te invito a convertirte es que: no pasa nada si fracasas, no dejas de ser merecedor, no pasa nada si no eres lo suficientemente bueno, porque nunca se deja de aprender y de crecer.

Lo mejor de esta nueva religión es que tu Nuevo Dios no necesita hacer milagros, para que creas en él. Tú Dios eres tú. Y tú eres humano. Un humano que tropieza, que fracasa, al que hacen daño y que hace daño a otros.

Pero que siempre puede volver a ganar.

Que siempre puede hacer un bien.

Que siempre puede perdonar y ser perdonado.

Cree en quien quieras y en lo que quieras, pero nunca dejes de creer en ti. No porque eso te vaya a dar la victoria. No. Simplemente creer en ti, no te dará la victoria. Ojalá pudiera decirte que sí, ojalá pudiera decirte que es así de fácil, pero no...

No.

Creer en ti, te dará fuerzas.
Y necesitas fuerza para alcanzar la victoria.

Las religiones se inventaron para proteger al hombre de su miedo a la incertidumbre.

En la Nueva Religión en la que el hombre cree en sí mismo, no necesitas protegerte del miedo. Porque puedes tener miedo, puedes tener incertidumbre...

... y decepción, y rechazo, y traumas, y complejos...

PERO NO SON TÚ

No hay mayor revelación que liberarse de los condicionamientos. Entonces es cuando se despierta la fe: y crees en ti, y te amas, incondicionalmente.

Abrazos.

miércoles, 5 de abril de 2017

LO QUE MATA EL AMOR

Conoces a una persona. Te gusta. La deseas. De repente, te das cuenta de que también gustas a esa persona, que también te desea. Y surge el amor. Os conocéis más, os interesáis más, os atraéis más, y aparecen las risas, la complicidad, la intimidad... Todo fluye.

Y un día, de repente, deja de hacerlo. Aparecen la desgana, el aburrimiento, las decepciones y desilusiones, el rencor, la venganza... ¿Por qué, qué pasa? ¿Qué es lo que mata el amor?

La relación es lo que mata el amor.

Las exigencias, las demandas, las rutinas innecesarias... Llega un momento de la relación en el que las personas dejan de disfrutar lo que es y empiezan a preocuparse por lo que "debería" ser.

"Si estamos en una relación, se supone que debemos hablar todos los días" "Si estamos en una relación, debemos vivir juntos" "Si estamos en una relación, debemos casarnos, tener hijos, comprar un perro..."

Sin ser conscientes de ello, movidos por condicionamientos sociales, "si, si, si...", estamos poniendo cada vez más y más grilletes a algo que empezó siendo totalmente libre. Yo me enamoré libremente de ti, tú te enamoraste libremente de mí.

La cadena de la relación, limita nuestra capacidad de amor, 
y acaba matando el amor.

No digo que el amor tenga que ser libertad sin responsabilidad. Toda libertad encierra una responsabilidad. La libertad "de amarte" conlleva un "para": para respetarte, para confiar en ti, para apoyarnos mutuamente, para sernos fieles si hemos decidido, libremente, que nuestro amor sea exclusivo.

No digo que no deba haber relación cuando hay amor, la hay, pero surge como algo natural. Si es: "tenemos una relación, para que haya amor", el amor morirá, quizá lentamente, pero morirá. Si es: "nos amamos, y por eso nos relacionamos", el amor puede sobrevivir.

Si la obligación, el compromiso o el sentido de pertenencia se priorizan al amor, el amor morirá. Si en lugar de preocuparnos por lo que debería ser, nos ocupamos de lo que es, disfrutaremos el amor.

La persona de la que te enamoras, no está ahí para cumplir tus expectativas. De hecho, no está ahí para ti, el destino no la ha puesto ahí para ti, Cupido no ha clavado sus flechas en ella... Habéis elegido, libremente, enamoraros. Mantener el amor conlleva mantener esa libertad.

Cuando soy yo está bien. Cuando eres tú está bien. Y cuando somos tú y yo también está bien.

Digo esto, me lo repito, y cuán libre me siento, para amarte:

Que el amor no se tenga,
que el amor simplemente, sea.

Un abrazo.