lunes, 27 de febrero de 2017

MIEDO A LA SOLEDAD

Desde 2015 tengo el orgullo de formar parte del APOL: el servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset. Una selección de psicólogos de toda España que contestamos consultas en torno a problemas de depresión, ansiedad, estrés, pareja, desamor, y muchos otros.

Desde entonces, una gran cantidad de trabajo, más de 150 consultas publicadas, y una enorme experiencia de aprendizaje que me llevo y que quiero compartir contigo, publicando algunas de las consultas más destacadas que he tenido la oportunidad de contestar.

Esta semana: Miedo a la soledad. Un caso que muestra como el miedo a sentirnos solos puede ser exagerado y llevarnos a la infelicidad. La soledad es un espacio en el que podemos encontrarnos con nosotros mismos. Un abrazo.

CONSULTA 

Siento como una pesadez en mi cabeza y de repente me dan ganas de llorar. Llevo dos años en Inglaterra y estoy contenta, no es fácil estar aquí sola, porque no tengo verdaderos amigos y me encantaría tener una vida social mas activa, pero no me puedo quejar. He trabajado y trabajo muy duro, a veces 52 horas a la semana para conseguir lo que con suerte en un mes tendré, mi merecido puesto de Manager. Salgo con un chico inglés, pero no es una relación ni fácil, ni normal. Yo quiero verlo más y es muy difícil porque está en tratamiento por un problema de espalda y además tiene una ex mujer y dos hijas. Creo que en breve me hartaré de esta relación, pero no sé por qué no doy el paso. Bueno, supongo que sí lo sé: no quiero estar sola. Quizás son muchas cosas ahora en mi cabeza: mi trabajo, mi pareja, y debería sentarme a pensar y decidir qué es lo que me conviene, pero es que me resulta muy difícil, porque no puedo concentrarme.

RESPUESTA

La procrastinación es la acción de postergar actividades o situaciones que deben atenderse. Una de las actividades que más se pospone es el acto de tomar una decisión. Esto se debe al nivel de estrés que nos provoca ese acto. Sin embargo, fíjate que la procrastinación se relaciona muy a menudo con problemas de ansiedad y depresión, y a las somatizaciones.

Con esto no quiero que pienses que te estoy empujando a tomar la decisión de romper la relación con tu actual pareja. Un psicólogo no toma decisiones, pero ayuda a la otra persona a vencer las resistencias que le impiden tomar una decisión. ¿Qué resistencias te impiden continuar con la relación? La actual enfermedad de tu pareja, su rol de ex marido y padre, tus largas jornadas de trabajo. Pregúntate si son insalvables, inmodificables o incompatibles para ti. Resistencias para terminar la relación: la soledad. En la sociedad actual la soledad tiene muy mala fama, pero la verdad es que puede significar una oportunidad para el autoconocimiento, para la meditación y la reflexión, y a partir de ello, para el cambio y el crecimiento personal.

Hablar con tu pareja de una manera franca y directa también puede ayudarte a darte cuenta de cómo estáis, de qué es lo queréis, y decidir qué rumbo vais a tomar. Y por último, disponer de unas redes sociales más fuertes y amplias te ayudará a vencer ese miedo a la soledad y aumentará tu satisfacción vital. Uno de los problemas que tienes es que trabajas muchas horas y eso te dificulta pasar más tiempo con tus amigos o conocer gente nueva. Además del nivel de estrés y de fatiga que es probable que te provoque. Pregúntate si es algo que está en tu mano cambiar. El estrés no es bueno para la salud mental y emocional. Los amigos, sí lo son. Un abrazo.

lunes, 20 de febrero de 2017

CÓMO DEJAR DE PREOCUPARSE

Hay varios acontecimientos que han provocado que hoy escriba este post. En primer lugar que últimamente varios pacientes me reconocen que se descubren a sí mismos preocupándose por tonterías. El segundo, que hoy mientras corría, me he descubierto a mí mismo preocupándome por tonterías (sí, soy psicólogo, y aún así no soy perfecto :p ). Y el tercero haber visto ayer la película Manchester frente al mar, de la cual no desvelaré nada porque se merece que la veáis, pero digamos que el protagonista no es de los que se preocupan mucho.

No sé si tú alguna vez te has descubierto a ti mismo preocupándote por tonterías, pero permíteme imaginarme que sí. Es algo bastante común. Y que sin embargo puede provocar graves interferencias en nuestro bienestar: nos impide estar concentrados en una tarea y por tanto afecta a  nuestro rendimiento, nos dificulta la conexión con el aquí y ahora al mantenernos enfocados hacia el futuro, y nos genera ansiedad, ya que la tontería en sí en ese instante no es valorada como una tontería, y de ahí la preocupación.

Razones hay de sobra para querer mejorar en la gestión de nuestras preocupaciones, sobre todo si son tonterías. Pero lógicamente, para poder hacerlo tendremos que saber discernir entre tontería y lo que no lo es. ¿Y cómo lo hacemos? Evaluando el foco (el origen, la raíz, el porqué) de nuestra preocupación. De tal manera que:

¿CÓMO SABER QUE ME ESTOY PREOCUPANDO POR UNA TONTERÍA?
  • ¿El foco de tu preocupación es algo que no controlas? Es una tontería. No hay tontuna más grande que preocuparte por algo sobre lo que no puedes hacer nada.
  • ¿Controlas el foco de tu preocupación, pero no ahora? Me explico: sí que puedes hacer algo, pero no puedes hacer nada ahora... ¡a las 3 de la madrugada!
  • ¿El foco de tu preocupación amenaza tu integridad, tu existencia, tu felicidad? Imagínate que pasara aquello que tu mente preocupada teme que pase: supongo que sería malo, negativo, incómodo, desagradable... ¿Pero habría soluciones, alternativas, podrías seguir teniendo una vida relativamente feliz después de eso? Si la respuesta es sí, no lo dudes, ¡tontería!
  • ¿Es el foco de tu preocupación más importante que las cosas que te hacen feliz: familia, amigos, amor, aficiones, risas, satisfacción y crecimiento personal, autorrealización...? Ejemplos: ¿si tu foco de preocupación fuera quedarte sin empleo, podrías mantener el resto de cosas? ¿Si tu foco de preocupación fuera una de las cosas mencionadas, no podrías volver a enamorarte o tratar de hallar la autorrealización de otra manera?
Si usamos los filtros mencionados, seguramente encontremos que algunas de las cosas sobre las que nos preocupamos escapan a nuestro control, o que ahora no es el momento de pensar en ellas, o que no suponen una amenaza seria para nosotros, o que hay cosas más importantes y positivas sobre las que pensar.

No. No, perdón, algunas no... ¡La gran mayoría! Y es que...

La mente rumiante es la mente tratando de controlar
algo que no controla.
La mente anticipándose es la manifestación
de nuestro perfeccionismo.

Deseamos tenerlo todo atado y bien atado. Lo que se escapa a nuestro control. Lo que aún no ha sucedido. Lo que no es tan grave y es secundario. ¿Por qué? Por nuestro infantil rechazo al dolor emocional, ya sea en forma de tristeza, vergüenza o desilusión. Por nuestra inmadura interpretación del fracaso, que nos impide precisamente madurar, crecer.

Por tanto, lo único que hay que hacer, una vez sabido esto, es decirse a uno mismo bien alto: "No seas niño, no seas inmaduro, ¡y deja de pensar en esa tontería!"

Claro... ¡Claro que no!

El "deja de pensar" tiene un efecto rebote: en cuanto nos decimos "deja de pensar en tal" el "tal" se convierte en nuestro foco de atención.

Pero si llevamos a cabo el análisis que hemos realizado antes, sabremos entonces ya que el "tal" no es urgente ni amenazante ni importante.

Esto es imprescindible tenerlo bien claro. Peeeero... Aun teniéndolo claro, nuestra mente (la tuya, la mía, la de casi todos...) que por razones evolutivas, sociales y biográficas, sí que es una "mete prisas", una dramática y a veces incluso una histérica, nos devolverá una y otra vez el foco de preocupación para que rumiemos, anticipemos, dramaticemos y nos pongamos histéricos.

¿Y qué hay que hacer entonces cuando suceda eso? NADA. Déjalo estar. Let it be. ¿Por qué? Porque si ya hemos detectado que el foco de preocupación no es urgente ni amenazante ni importante, da igual que se presente cuantas veces quiera que se presente, ya que eso no lo convierte ni en urgente ni en amenazante ni en importante. Eso lo único que nos revela es que nuestra mente es una cansina perdía.

Y sí, sí que lo es. Y mientras más le hacemos caso, peor. Así que la próxima vez que se ponga pesada la jodía por culo, simplemente:
  • Date cuenta, sin reaccionar, sin juzgar, sin sobrevalorar ni hacer interpretaciones catastrofistas.
  • Relativiza, desdramatiza, bahitiza (¡bah!).
  • Cambia el foco de atención, dístraete u... ¡ocúpate de lo importante!
Tu familia, tus amigos, hacer el amor, reírte de todo... y el fantástico sonido de tu respiración.

martes, 14 de febrero de 2017

EL MITO DE SAN VALENTÍN

Desde hace ya algunos años que vengo haciendo, cuando se acerca el 14 de Febrero, el Taller Desarmando a Cupido: eliminación de creencias tóxicas sobre el amor.

El título de este taller puede dar lugar a la siguiente inferencia: David Salinas odia el Día de los Enamorados. :(

Sin animo de defenderme, ya que yo no soy responsable de las inferencias de los demás, diré sin embargo que no es cierto. No estoy en contra de que se celebre el amor, que las parejas se hagan regalos y se den muestras de afecto, que los solteros organicen reuniones para conocer gente nueva, y que El Corte Inglés hoy haga su Agosto... Bueno, a quién voy a engañar, esto último ya no me gusta tanto.

El problema que aparece con el Mito de San Valentín es:

La falsa sensación de obligación.

Ocurre lo mismo que en Navidad. ¡A mí me gusta la Navidad! Vacaciones, fiestas, jamón... ¡Joder, jamón! ¿A quién no le puede gustar la Navidad si se come mucho jamón? :D Sin embargo, esa falsa percepción de que por obligación debemos estar felices, ser solidarios, compartir más tiempo con la familia... La obligación precisamente es lo que nos impide disfrutar de momentos felices y familiares, o de la satisfacción que uno obtiene al realizar actos solidarios, cuando quiere.

Pues el 14 de Febrero, día de San Valentín y de los Enamorados, día en el que el maldito Cupido sale a lanzar sus flecha (¡y cómo se equivoca el mamón!), parece que existe esa obligación de dar amor o tener un amor. Por tanto, deberé exigirme lo máximo para contentar a mi pareja ese día, o deberé esperar mucho de mi pareja porque si no se cumplen mis expectativas significa que quizá algo raro pasa, como que no me quiere, o deberé, si no tengo pareja, sentirme muy triste y buscar con urgencia alguien que llene mi vacío...

Ayyy, cuántas parejas habrán roto,
o se habrán formado,
sin motivos sólidos,
por culpa de San Valentín.

Porque el motivo del amor no debe ser la presión, la obligación o el miedo. El motivo del amor es el deseo, la motivación, el "quiero, el propio amor.

La mayoría de la gente piensa que el Mito de San Valentín lo creó El Corte Inglés por razones, evidentemente, comerciales. No es cierto. El mito se generó porque en la Roma Católica del Siglo III estaba prohibido que los hombres jóvenes se casaran, para que fueran a la guerra sin ataduras y combatieran mejor. Un sacerdote desobedeció esa prohibición, casando a los jóvenes enamorados en secreto. Ese sacerdote se llamaba Valentín.

Pero fue en el S.XX, en nuestro país, Galerías Preciados (y no El Corte Inglés) quien volvió a popularizar el mito de San Valentín para incentivar las compras. En muchos países del mundo, sobre todo en Sudamérica, se celebra el Día del Amor y de la Amistad.

Yo quiero dedicar hoy este post a todos los enamorados: enamorados de sus parejas, de sus amigos, de sus familias, de los animales, del planeta, de la vida... Y del jamón, claro que sí, ¿por qué no? Enamorados de la risa, de la alegría y de la psicología, como ciencia que previene y trata trastornos mentales y del estado de ánimo, y por supuesto, también como ciencia que promociona la salud mental a través del estudio de la felicidad.

Y a los enamorados del amor libre. No me refiero a esas personas que deciden, libremente y por mutuo acuerdo, estar ligadas sentimental y/o sensualmente a varias personas a la vez (que, oye, me parece fantástico). Pero no, sobre todo dedico este post a todas esas personas que tienen la valentía, el coraje, y el suficiente amor propio para amar cuando quieren, a quien quieren y de la forma que quieren. ¡Va por vosotros, porque sin dudas, sois las personas más románticas del mundo!

Esta tarde estaré hablando de Cupido y la madre que lo parió y otros temas en Metro Radio.fm, en algún momento entre las 20:00 y 21:00 hora española. Un abrazo y a disfrutar del amor, en sus múltiples significados, hoy, mañana y siempre.

lunes, 6 de febrero de 2017

LA DEPENDENCIA EMOCIONAL

Algo va mal en el mundo.

El otro día veía una de esas noticias que a veces (muchas más veces de lo que me gustaría) salen en los telediarios y son de esas razones por las que desearía dejar de ver telediarios. Una de esas historias que te sienta como una patada en los genitales. Una de esas historias que te parte el alma.

Un hombre con antecedentes por malos tratos se peleaba con su mujer en un hospital y de repente cogió a la hija de ambos, de tan sólo 1 año, y se tiró por la ventana con ella. Los dos, padre e hija, murieron.

Las últimas palabras de él, dirigidas a la madre, fueron: "Te voy a dar donde más duele".

No es difícil, por desgracia,  imaginar al ¿hombre?, antes del fatal desenlace, hecho una furia por... ¿Por qué, por celos, porque la mujer quería separarse...? ¿Acaso importa? ¿Acaso la vida de una niña vale menos que una historia de amor?

El caso es que en España, y en el mundo, demasiadas historias de amor acaban mal, porque empiezan mal. Entender el amor como "Apego Afectivo", término acuñado por el psicólogo cognitivo Walter Riso y que sería el equivalente a hablar de dependencia emocional, es entender muy, pero que muy mal, el amor.

La dependencia emocional se da por la creencia de que se necesita a otra persona para ser feliz, y por tanto, sin esa persona, nunca se será feliz. Así que si nunca voy a ser feliz, como no tengo ya nada que perder, ¿qué me impide matar?

La próxima vez mátate tú solo.

Muchos de los casos de violencia de género, creo, tienen su origen, además de en ideas machistas que convierten a la mujer en una posesión, también en esta forma de entender el amor como una necesidad inventada, cobarde y egoísta. "Yo no quiero que me ames, necesito que me ames porque ni yo soy capaz de amarme a mí mismo".

Riso dice que el apego afectivo (dependencia emocional) representa un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad total y que dará sentido a tu vida. Cuando tienes un vínculo de este tipo no estás preparado para la pérdida y no aceptas el desprendimiento. Además, Riso, en una entrevista, valoraba este apego o dependencia como el “mayor motivo de sufrimiento de la humanidad”.

Desde luego, algo va mal en el mundo cuando nos despertamos casi cada día con crímenes por violencia de género, cuando las consultas de psicólogos se llenan de corazones rotos incapaces de superar una ruptura sentimental, cuando hay personas que eligen a un presidente que defiende un discurso de odio hacia otras razas y culturas.

Este sábado 11 de Febrero vuelvo a hacer, como casi siempre por estas fechas, el Taller Desarmando a Cupido: eliminación de creencias tóxicas sobre el amor. Un taller para desaprender esquemas mentales hiperrománticos y negativos que contaminan las relaciones humanas y la autoestima.

Porque amor no es necesitar a otro ni obligar a nadie a amarte. El amor no es miedo, ni odio. El amor es todo lo contrario al miedo y al odio. El amor es quererme tanto a mí mismo que eso me dé el coraje para invitarte a andar este camino conmigo, y la paz interior para seguir yo solo hacia delante, si un día decides apartarte de mí.

Porque algo va mal en el mundo. Y sin embargo, sólo una cosa puede salvarnos. Y es el amor.



miércoles, 1 de febrero de 2017

ENFRENTARSE A LO DESCONOCIDO

La semana pasada tuve que salir de mi zona de confort, me enfrenté a una situación nueva para mí.

Estaba ilusionado, pero también con un alto grado de incertidumbre... De miedo.

Finalmente fue duro, estresante, pasé por muchas dificultades, problemas e incluso conflictos.

Pero también fue bonito. También recibí muchas ayudas y muchas muestras de gratitud. Cada una de las sonrisas que me regalaron no la cambio por no haber pasado por aquellos momentos duros.

Estoy hablando del rodaje de un cortometraje. Mi primer cortometraje como director. Era novato. Llegué a pensar que me había equivocado, que todo podía salir mal, que aquello no iba a tirar para delante.

"Hay veces que no sabes qué va a pasar, pero te lanzas,
y en el camino te encuentras gente que te ayuda".

Qué gran frase. Es de la película El Olivo, de Icíar Bollaín, os la recomiendo porque es preciosa.

Me vi muy, muy reflejado en esa frase. Hay veces que las cosas salen porque, afortunadamente, aparece de repente gente que te ayuda. Hay veces que no aparece nadie, e incluso te encuentras con gente que más que ayudarte, te pone zancadillas en ese camino, pero en esos momentos es cuando podemos aprovechar nuestras fortalezas personales para salir adelante. Hay veces... Hay veces que por mucho que lo intentes, las cosas no salen. Pero hasta esas ocasiones son útiles, porque aprendemos valiosas lecciones de ellas.

Así que, ¿por qué quedarse quieto, por qué quedarse en la zona de confort, si todo es ganancia? Hay varias barreras psicológicas que no mantienen en el inmovilismo:
  1. El miedo. Tenemos un cerebro evolutivamente preparado para la supervivencia. Para él, lo mejor es quedarse quieto, porque así es como garantiza la seguridad del organismo. Esto era útil para nuestros ancestros, que tenían que enfrentarse a graves amenazas todos los días, y además no vivían de media más de 30 años. Pero hoy, la preocupación de las personas ya no es sobrevivir, sino ser felices, y se genera felicidad a través del crecimiento.
  2. La presión social. Nos resulta muy incómodo que nos vean desenvolvernos mal, fallar, y ya no digo fracasar. A veces priorizamos la visión que pueden adquirir otros de nosotros, sobre la imagen que puedo estar dándome yo a mí mismo. Relativizar el fracaso y la opinión de los demás nos ayuda a desquitarnos de esa falsa presión social que imaginamos.
  3. El dolor. Vivimos en una sociedad muy hedonista que huye constantemente del dolor y sólo ansía el placer. La experiencia del rodaje, como dije antes, fue dura, como cualquier experiencia a la que te enfrentes y que requiera un aprendizaje y una adaptación por tu parte. Pero no pocas veces, detrás del dolor que supone esas duras experiencias, encontramos una satisfacción personal que otras experiencias no pueden darnos.
Enfrentarnos a lo desconocido nos da miedo, nos avergüenza, y nos provoca otras emociones dolorosas. Y sin embargo, es en esa zona de lo desconocido, donde más ganancias para nuestro bienestar y crecimiento personal podemos obtener.

Así que la próxima vez que dudes, no lo pienses. O piensa: "Si va bien, bien, y si no, también". Porque te aseguro que así será. Un abrazo.