martes, 29 de marzo de 2016

EL MEJOR LUBRICANTE DEL MUNDO

"El mejor lubricante del mundo" o: el mejor truco para conseguir una relación sexual totalmente satisfactoria. Cualquiera de los dos vale como título de mi post.

Y es que la primavera, la sangre altera.

A mí me altera sobre todo los niveles de alergia, pero eso es otra historia.

Aunque ser alérgico y hacer el amor en primavera es todo un reto: no sabes en qué concentrar tu atención, si en no irte o en no estornudar. Y como pasen las dos cosas al mismo tiempo, vaya putada.

Je... Gracioso, ¿no?

Bueno, pues aquí estamos...

Ya, ya sé lo que piensas: el psicólogo éste me va a tener aquí leyendo tonterías hasta el final que es cuando me dirá lo que realmente quiero saber: ¿¿¿cuál es el mejor lubricante del mundo???

La intriga, el suspense y sobre todo el sentido del humor, suelen ser buenos seductores, pero si se alargan demasiado pueden llegar a aburrir (como el sexo). Así que... atención... ahí va:

El mejor truco para conseguir una relación sexual totalmente satisfactoria
es no querer alcanzar una relación sexual totalmente satisfactoria.
El mejor lubricante del mundo es:
el "dejarse llevar".

"¡Aaaah!, vaya, qué inteligente este psicólogo, el Nobel de Ciencias le van a dar por el descubrimiento que acaba de hacer".

...

De acuerdo, mi "descubrimiento" era bastante obvio. Pero precisamente lo obvio, por ser obvio, nos pasa más desapercibido y por ello nos conviene que nos lo recuerden más. Aparte que: si fuera tan fácil dejarse llevar como decirlo, no estaría escribiendo este post.

Hay personas y parejas para las que les es bastante complicado dejarse llevar, con los problemas que puede generar eso para tener una relación sexual satisfactoria (importante: sin el "totalmente"). Esto sucede, de manera fundamental, por estas 4 resistencias: 1) experiencias traumáticas (recomendable acudir a un profesional); 2) llevarte los problemas a la cama (recomendable cultivar el Mindfulness o Atención Plena); 3) desconocimiento o escasas habilidades eróticas (recomendable investigar y practicar mucho); y...
  
4) La manifestación de malos aprendizajes respecto al sexo. Y principalmente quiero detenerme en ésta, porque estamos invadidos por muchos de esos malos aprendizajes, pero por resumir: ni necesitamos tenerla como el negro de whatsapp, ni las técnicas de la última diosa del sexo en Internet, ni llegar los dos al mismo tiempo, ni que el orgasmo sea una experiencia mística con fuegos artificiales incluidos... ¡No! Por no necesitar no necesitamos ni siquiera orgasmo, ni siquiera coito. Un beso, una caricia, o que te cojan la mano, ya pueden ser experiencias sexuales satisfactorias. Si lo otro llega, ¡estupendo!

Y sé que deseas que llegue: que haya coito, que haya orgasmo, incluso que haya fuegos artificiales (cuidado no se vaya a prender la cama). Y no pasa nada por desearlo. El deseo es compatible con el sexo. Sin embargo, la sensación de necesidad no, porque esa necesidad genera presión, esa presión desencadena estrés, es decir, ansiedad, y la ansiedad es incompatible con el "dejarse llevar".

Aviso: no totalmente incompatible. No hace falta que estés totalmente relajado/a para tener sexo. De hecho, pensar que tienes que estar totalmente relajado/a para tener sexo es muy posible que impida que te relajes. No pasa nada por sentir un poco de ansiedad y estrés. Está demostrado que unos niveles moderados de estrés son buenos para el rendimiento. ¿O qué le pasaría a una persona que durante el acto sexual estuviera muyyy relajada? ¡Claro, que se dormiría! ¡Y vaya ruina de climax entonces!

No tienes que ser Rocco Siffredi ni Julia Ann (me la han chivado) para tener relaciones sexuales satisfactorias. Simplemente sé tú (¡déjate llevar!), porque la otra persona se ha metido en la cama contigo porque se ha enamorado de ti.

O eso, o que está borracha, y entonces qué más te da el "totalmente", si, total, al día siguiente no os vais a acordar ninguno de los dos.

Los malos aprendizajes, además de aumentar de forma irracional y excesiva nuestra expectativas respecto al sexo, pueden por otro lado hacérnoslo ver como algo que es sucio, malo, peligroso. Pero eso es ya un asunto del que me comprometo a hablar en otra ocasión. Que el post se me está alargando y me tengo que... ir.

Para estar al tanto, suscríbete con tu mail a mi blog (en uno de los botones de la derecha), y te mantendré informado. Un abrazo y que os cunda la primavera.

A los alérgicos también.   

miércoles, 23 de marzo de 2016

COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA SEA UNA PUTA MIERDA

Sí, hablemos claro, para qué maquillar, para qué tanta pulcritud.

Hay muchas cosas que podemos hacer para que la vida merezca la pena, o la alegría. Actividades que promueven estados emocionales de felicidad y paz. El deporte, las relaciones sociales, la ayuda, la gratitud, la meditación...

En fin, para qué continuar. Supongo que ya habrás leído un montón de posts con listas de tips para ser feliz (yo mismo he escrito alguno ). Pero, ¿y qué pasa con aquello que nos hace ser infelices?

En primer lugar, la felicidad, que como siempre digo: no es una meta, sino una búsqueda incesante, nace de dentro. Es una actitud. Pero fuera de nosotros encontramos una gran variedad de fuentes que refuerzan esa actitud. O que nos la minan. Y es que, como reza el slogan del Gabinete:

La felicidad no es lo que te pasa. Es lo que haces.
Y debería añadir: y lo que no haces.

Veamos algunas de las cosas que puedes evitar hacer para allanar tu camino hacia la felicidad, o hacer para llenarlo de baches y piedras:
  • En primer lugar, difícilmente de una actitud negativa puede salir un estado de ánimo positivo. Así que si quisieras joderte profundamente la vida: quéjate, laméntate mucho y nunca pares de preocuparte por todo. Conviértete en un gruñon pesimista y llorica y serás ¡el supercampeón de los amargados!
  • Rodéate de gente muy, muy tóxica. Es decir: gente que no pare de quejarse, lamentarse y preocuparse. O que te trate mal. O que no tenga ningún interés en común contigo. Que a ti te gusta la música rock, sal con gente a la que le mole el electro-latino. Que no te gusta el fútbol, qué más da, trágate un Celta-Numancia de Dieciséisavos de la Copa del Rey, ¡si lo importante es no estar solo, que todos sabemos que la soledad es muuu mala
  • Precisamente, como la soledad es tan mala, otra cosa que tienes que hacer para que tu vida sea una auténtica boñiga, es: echarte una pareja sólo por su físico, por su posición económica o porque es la primera que te ha hecho caso. Qué más da cómo sea o cómo te trate. Lo importante es que podáis casaros y celebrar una boda carísima con muchas estupendísimas fotos que colgar en Facebook, para que la gente ya no pueda hacerte esa incomodísima pregunta de "Ah, ¿pero todavía sigues soltera/o?" ¡Que la ansiedad de seguir desposado a los treinta y picos todos sabemos que es insoportable!
  • Por supuesto, cómo no: si quieres tener una vida que sea una puta
    mierda, imprescindible tener un trabajo que sea una puta, puta mierda. Si total, la satisfacción personal que te reporte, bah, eso es lo de menos, lo importante es el sueldo, la estabilidad, que no te llueva encima... Olvídate de trabajar en algo que te guste, que eso es para gente poco centrada y para actores, que vienen a ser lo mismo.
  • Ten sexo, ten mucho sexo a destajo. Pero un no parar de sexo. ¿Con quién? Aaaanda ya, ¡con quien sea! ¿Ahora me vas a venir con reparos? Lo importante es meterla, o que te la metan, para que luego ¡no pueda decir nadie de ti que eres un puto friki! Si ten sientes segura/o con esa persona, si es satisfactorio, si lo estás haciendo porque quieres en lugar de porque crees que debes, o si sientes una sensación de vacío tras haber consumado el acto, ¡todo eso son trampas mentales! Que lo que importa no es lo que sientas, es poder contarlo.
  • Ni se te ocurra, pero vaya, ni se te ocurra ni por un momento, ni se te pase por la cabeza, hacer lo que te gusta, ¡tú haz lo que haga el resto de la gente y punto! Que a ti no te hace mucha gracia el tema de los selfies, ¡estás loco! ¿Acaso quieres que la gente deje de enterarse de lo que has hecho, dónde y con quién? ¡Sería como si no lo hubieras hecho nunca! La gente pensaría que eres un lobo solitario, o que no estás en la onda (¿se sigue usando esa expresión?, la verdad: me la suda), ¡y eso es absolutamente insoportable para el ser humano!
  • Y ya para rematar, si quieres que tu vida sea una puta mierda como una catedral de grande: ocúpate única y exclusivamente de producir-consumir, producir-consumir, producir-consumir... Todos los momentos que te dediques a ti mismo, al descanso, al ocio... ¡son una pérdida total de tiempo! Trabaja mucho, sin descanso, para poder tener una casa, un coche, mucho dinero con el que poder comprar montones de cosas, porque de todos es sabidos que eres lo que tienes. Eso que dicen por ahí de que al final tú no posees las cosas sino que ellas te poseen a ti... ¡eso lo dicen los pobres!
En fin, hazme caso, sigue todas estas sencillas reglas, y conseguirás tu Máster de Amargado Profesional. Tu vida será una mierda, pero tu jefe, tu pareja y tus amigos estarán contentísimos con el pelele en el que te habrás convertido.

O eso o simplemente intenta ser feliz. Que la vida son cuatro días, dos te pilla lloviendo, uno te mean encima, y el cuarto... El cuarto pueden pasar (puedes hacer) cosas realmente maravillosas.

De ti depende. Un abrazo.


 

jueves, 17 de marzo de 2016

TRES (O CUATRO) PASOS PARA DESACTIVAR LA FALSA ALARMA DE TU CEREBRO

El ladrido de un perro, la sirena de una ambulancia, el ceño fruncido de nuestros padres, jefe o pareja...

Son estímulos. Estímulos que llegan a nuestro cerebro y que pueden ser percibidos como amenazantes... o no. Después de todo, son ya demasiados ladridos, sirenas y ceños fruncidos en nuestra vida como para seguir dando botes de espanto cada vez que suceden, ¿no?

Quizá se produzca un primer respingo, pero luego nuestro cerebro, que ya conoce y ha codificado la información, nos dice: "Tranquilo, baby, sólo es el ladrido de un perro, no significa que te vaya a morder". "Ey, cálmate, sólo es la sirena de una ambulancia, sucede todos los días". "Bah, sólo es el ceño fruncido de tu pareja... ejem, ¡huye!"

La información del exterior llega a nuestro cerebro, que hace una rápida evaluación sobre si resulta amenazante o no para la supervivencia del organismo. Por eso antes de terminar esa evaluación, puede darse una primera reacción breve de alerta, pero en cuanto nuestro cerebro recuerda que esos estímulos son familiares y no llevan asociados un peligro real, nos dice: "Relax, take it easy".

Sin embargo, está la información que procede del exterior, y la que procede de nosotros mismos. El cerebro también recibe estímulos de nuestro propio cuerpo: las sensaciones fisiológicas. Sudor, respiración agitada, taquicardia, inquietud motora, ahogo...

Un ejemplo: podemos estar muy concienciados de que un examen es sólo un examen. De que si lo apruebo estupendo, y que si lo suspendo es una faena, pero que desde luego la supervivencia de mi organismo no depende de ello. Y ahí vamos, súper preparados para llegar al examen relajadísimos... Y entonces empezamos a sudar, a respirar agitadamente, nuestro corazón se acelera más de lo normal... ¡y la alerta de nuestro cerebro se enciende y empieza a gritar: "ALARMA, ALARMA!".

No tendría por qué ser así. Es inevitable sentir estrés (miedo, ansiedad) ante un examen, una entrevista, una charla en público, una reunión de trabajo importante, o una discusión delicada con la pareja. De hecho se ha demostrado que un nivel medio de estrés afecta positivamente al rendimiento, ya que nos activa. Si un equipo de fútbol saliera muy relajado al campo... ¡probablemente les acabarían haciendo una manita!

El problema surge cuando esas sensaciones que acompañan a una situación de estrés son percibidas e interpretadas como una señal de amenaza (esto es el miedo al miedo), en vez de como una reacción natural, y además, controlable.

Para controlarlas sólo tenemos que desactivar la alarma. Y se consigue con tres sencillos pasos:
  1. Respira profundo. Al hacerlo le mandas una información distinta a tu cerebro: "Tranquilo, ha sido una falsa alarma".
  2. Refuerza ese mensaje de manera verbal. Usa algún mantra que acompañe a la respiración: "No pasa nada", "todo va bien", "Hakuna Matata".
  3. Redirige la atención de tu cerebro hacia fuera. Deja de prestarle interés a si sudas, o tiemblas o tragas saliva. ¡Presta atención a lo que haces!
Aun siguiendo estos tres pasos, la ansiedad y las sensaciones fisiológicas que la acompañan no desaparecerán del todo, ¡ni tienen que hacerlo! Habría un Paso 0 antes de todo esto y es: no te resistas a sentir miedo. Porque cuando lo haces, le estás diciendo a tu cerebro: "Esto que sientes es muy malo y hay que evitarlo a toda costa". ¡Y por eso precisamente es por lo que nuestro cerebro ha creado esa falsa alarma!

El miedo es natural, es controlable, que no suprimible, y cumple una función adaptativa (si no sintiéramos miedo no huiríamos de nuestra pareja cuando pone el ceño fruncido).

Como dijo Nelson Mandela: "Valiente no es el que no tiene miedo, sino el que lo domina".

Cuando sientes miedo y eres consciente de que no pasa nada, porque no te puede frenar a hacer cualquier cosa que te propongas, entonces...

Entonces: bienvenido, bienvenida, a la increíble sensación de libertad que acompaña al miedo. Un abrazo. 

jueves, 10 de marzo de 2016

SUPERAR EL MIEDO AL FRACASO


 Hace poco invitaba a una paciente a convertirse en un Guerrero del Espacio.

Ya puedo imaginar que estás pensando: "Mira qué paradoja, un psicólogo que... ¡definitivamente ha perdido la cabeza!".

Déjame explicarme (para convencerte de que no estoy loco): ¿os acordáis de Bola de Dragón, la serie de dibujos que comenzó a emitirse en España a finales de los 80´s y que tenía como protagonista a Son Goku?

En dicha serie había unos personajes que eran los Guerreros del Espacio, seres de otro planeta que tenían una extraña virtud: cada vez que se enfrentaban a un enemigo y perdían, llevándose una soberana paliza, se hacían más fuertes, de manera que en el siguiente combate contra el mismo enemigo aumentaban las probabilidades de vencerle.

Me gusta usar esta metáfora para señalar que el fracaso no es tan malo como nos lo pintan. Tenemos una cultura del fracaso horrible, y claro, tememos al fracaso, nos inspira un miedo atroz, de manera tal que en ocasiones evitamos afrontar retos por ese pánico injustificado a fracasar. Sin embargo, a nosotros los humanos, al igual que a los Guerreros del Espacio:

Lo que no nos mata nos hace más fuertes.
O más sabios, o más buenos.
En definitiva: más virtuosos.

Si cambianos nuestra cultura personal (lo que llevará algún día a cambiar la cultura colectiva), es decir, nuestra interpretación y valoración del fracaso, y pasamos de percibirlo como algo horrible de lo que hay que huir a toda costa, a verlo como un paso necesario e ineludible hacia el éxito, con más facilidad saldremos de nuestra zona de confort para afrontar nuevos retos.

Siempre pongo también este ejemplo en relación al fracaso: en EEUU, hay una pregunta que se ha convertido en imprescindible en cualquier proceso de selección: "¿tienes algún fracaso personal que puedas contarme?". Y si no lo cuentan malo. Porque las empresas quieren candidatos que hayan fracasado, porque saben que eso curte a la persona. Quien no ha fracasado... es porque tampoco ha arriesgado mucho.

Qué bonito sería vivir en un mundo en el que un niño se pusiera a hacer un dibujo y si le saliera bien su madre lo celebrara con entusiasmo, y si le saliera mal, la madre con el mismo entusiasmo le dijera: "¡Bravo cariño, valoro mucho tu esfuerzo! ¿Qué te parece si lo vuelves a intentar?" Qué bonito si fuera así en todos los hogares.

Qué bonito un mundo en el que perdiéramos el miedo al fracaso.

martes, 1 de marzo de 2016

QUIÉRETE TÚ

Esta semana escribe para Gabinete de Psicología Positiva, la Doctora Marisa Navarro, autora del libro La Medicina Emocional. Nos habla de autoestima y autocompasión positiva como claves fundamentales para una relación sana con uno mismo, y por ende, con los demás.

QUIÉRETE TÚ.

Si quieres que te quieran, quiérete tú. Si quieres que te cuiden, cuídate tú. Si quieres que te respeten, respétate tú. Esto es así. ¿Cómo queremos que los demás nos den lo que nosotros no somos capaces de darnos? La forma en que nos tratamos es la guía que marca el camino a los que nos rodean de lo que tienen que hacer.

A todos nos viene muy bien que nos orienten en nuestras acciones, sobre todo cuando hablamos del trato con los demás, y es que con las señales que yo emito de cómo me cuido y como me quiero, les estoy diciendo a los demás: "Así quiero que me trates".


Estate atento por ello a cómo te tratas, y piensa si tratarías así a alguien que quisieras mucho. Porque te tienes que querer mucho. Con frecuencia ejercemos sobre nosotros acciones que no haríamos con ningún otro. No pases de largo algo tan fundamental, y es que tendemos a no darle importancia, incluso a veces ni nos damos cuenta. Después nos sentimos mal, y como de costumbre empezamos a buscar alrededor a los responsables de ello. Y alguno se la carga, seguro. Cuando el único responsable de encontrarme mal soy yo y la forma en cómo me trato.


Y para empeorar la situación, los demás observan cómo te tratas, y de manera inconsciente procesan que esa es la forma en que te tienen que tratar, porque si tú te tratas así, será porque es lo que quieres. Y entonces te hundes aún más y te preguntas: ¿por qué me tratan así?. Y quizá te digas que será que no valgo, que no soy lo suficientemente bueno, pues si lo fuera, no me tratarían así.


Y vaya , ya ves. Lo has organizado tú todo.


Indudablemente que puedes encontrarte con desaprensivos que tiendan a no respetarte en el trato, pero otros sólo están siguiendo tus indicaciones. Así que guíales adecuadamente, trátate con cariño, con respeto, con amor, con indulgencia, con mimo, considérate y veras como la mayoría de los que te rodean también lo harán. Y si hay algún tóxico que no lo hace, ya sabes lo que tienes que hacer: alejarte de él lo más posible. Recuerda que los demás te van a dar lo que tú te des. No olvides que los demás te van a tratar como tú lo hagas. Hazlo pues con respeto, con cariño, con amor.


Tú... vales mucho.


Marisa Navarro


MARISA NAVARRO es doctora en medicina y psicoterapeuta. Se especializó en Hipnosis Clínica y en Trastornos del Sueño y, desde hace veinte años, ejerce profesionalmente en Alicante. La Dra. Navarro imparte habitualmente formación, conferencias y charlas. Es la creadora de un nuevo concepto, la medicina emocional. En su libro de muy reciente publicación La medicina emocional analiza a fondo la relación entre las emociones y nuestra salud.


Si quieres saber más sobre su libro: