martes, 23 de febrero de 2016

EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA


Este pasado viernes el Equipo de APOL, el Servicio de Apoyo Psicológico On Line de la Fundación Punset, nos reunimos en Madrid en la sede de Mapfre. Psicólogos seleccionados de todas partes de España entre los que tengo el honor de encontrarme, y que estuvimos compartiendo experiencias, inquietudes y anhelos sobre la psicología, la salud mental y el bienestar de las personas. No faltó a la cita por cierto, como podéis ver, Eduardo Punset, propulsor de esta iniciativa.

Los psicólogos de APOL recibimos miles de consultas cada año, de lo cual me alegro, y mucho. Porque este dato no pone de manifiesto, para mi entender, que cada año haya más personas con problemas emocionales o relacionales (en APOL por cierto recibimos consultas de todo tipo: depresión, ansiedad, pareja, autoestima, estrés, conflictos...). Lo que se revela aquí es que claramente cada vez hay más personas con menos resistencias para pedir ayuda. Y eso es bueno, porque:

Todos, todos, todos,
necesitamos un poco de ayuda
de vez en cuando.

Y los psicólogos, mis compañeros ¡y yo mismo muchas veces!, nos hemos quejado sobre la ausencia de una cultura del psicólogo en España. Nos hemos creído que la gente pensaba cosas de este estilo: que si ir al psicólogo es para los que están muy mal, que si es un signo de debilidad, que si el psicólogo es un loquero que se mete dentro de tu cabeza y te la cambia... En fin. Pues hoy, estoy convencido de que estas creencias totalmente arcaicas, irracionales, disfuncionales y lastimosas para la sociedad, se están desvaneciendo por fin.

Un ejemplo: yo suelo decir que quizá no todo el mundo necesite un psicólogo, pero sí que a todo el mundo le vendría bien uno. Pues siempre que lo digo, la persona me aprueba con un gesto firme de asentimiento. Estoy convencido de que cada vez hay más gente que va al psicólogo o simplemente que está interesada en la salud mental y emocional y el desarrollo personal. Pero además de una convicción, esta idea, y ahora me dirijo a mis compañeros los profesionales, debemos convertirla en una aseveración, ¡en un lema! Gritemos bien alto:

¡Sí, la gente va cada vez más al psicólogo...

... sí, la gente va cada vez más a talleres y cursos de crecimiento personal...

... sí la gente se interesa cada vez más por la Inteligencia Emocional, el Mindfulness o la Psicología Positiva...

... y eso no es malo, es buenísimo!

Porque a través del psicólogo, o el monitor, o el autor de un documental o un libro, vas a aprender hábitos esenciales para relacionarte de una manera sana contigo mismo. Hábitos que debieron enseñarnos de pequeños, pero... que nunca es tarde para aprender.

Seguramente esa es una de las asignaturas pendientes que tenemos con respecto a la psicología: tener, valga la redundancia, una asignatura de Psicología en los colegios e institutos. Creo que la ganancia social sería enorme, ENORME. Pero... quién sabe. Aún, a pesar del avance, a pesar del despertar de la conciencia que se está produciendo y que se concreta en este alumbramiento: "He de saber relacionarme conmigo mismo"... aún queda mucho por hacer. 

Pero eso tampoco es una mala noticia. Simplemente, hagámoslo. Abrazos. 

jueves, 18 de febrero de 2016

¿SOY UN NEURÓTICO?

No pocas veces usamos el término neurótico/a... ¿pero sabemos qué significa realmente?

La neurosis hace referencia principalmente a un rasgo: la inestabilidad emocional. Persona con elevado nivel de neuroticismo = persona con elevado nivel de angustia.

El rasgo es un factor de personalidad. La elevada angustia del neurótico no está provocada por una lesión biológica ni tampoco por condiciones de estrés más desfavorables: dos personas pueden soportar condiciones similares y mostrar respuestas emocionales muy diferentes, y una sentirse más o menos relajada y otra muy angustiada, ante el mismo fenómeno.

Los rasgos de personalidad, como el neuroticismo, son características más o menos estables que son precisamente el resultado de la interacción de lo biológico con el entorno. Rasgos que determinan nuestra forma de ser y de, inevitablemente, pensar.

Y he ahí donde radica la diferencia entre la persona que no se altera demasiado ante un evento que, aunque quizá incómodo o no deseado, no implica ninguna amenaza para su integridad ni para su felicidad, y aquella que sí lo hace. La diferencia entre aquella persona que sabe mantener la templanza en tiempos de tormenta... y aquella que se ahoga en un vaso de agua.

Su forma de pensar.

Y es que el esquema mental, es decir, aquellos patrones de pensamientos que se repiten y que son parte inherente de nuestra personalidad, puede ser muy distinto de un sujeto a otro. Y no en pocos individuos, ese patrón está formado por pensamientos que no poseen lógica ninguna, menor utilidad aún, y que sólo nos provocan desequilibro emocional, angustia, dolor.

Una de las creencias irracionales que domina este tipo de esquema mentales, es el pensamiento mágico: el dogma de fe según el cual existe una conexión entre mis pensamientos y los hechos en mi vida. Esta asociación ilusoria se manifiesta en un pensamiento muy preciso y realmente muy peligroso:

Si me preocupo o me lamento mucho por algo,
evitaré que pase o que vuelva a pasar.

Y ése es, por supuesto, el nacimiento de los neuróticos: gente que vive constantemente angustiada porque constantemente no para de preocuparse y de quejarse.

Pero... ¿una vez que nace el neurótico, puede morir (sin que muera la persona me refiero, claro está)? Sí, sí puede. Cuesta mucho cambiar un esquema mental porque se ha ido formando a lo largo de toda nuestra vida a través de las experiencias. La buena noticia es que no dejamos de tener experiencias. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Leer este post por ejemplo, es una experiencia. Y si eres neurótico, espero que además sea una experiencia enriquecedora.

Lo espero, y también lo creo. Porque precisamente para dejar de ser neuróticos lo que podemos hacer es:
  1. Darnos cuenta de que nuestros pensamientos son irracionales, disfuncionales y dolorosos.
  2. Sustituirlos por pensamientos más realistas, útiles, y positivos.
  3. Y generar una respuesta alternativa a la que normalmente acompaña al pensamiento:
 OCUPARME VS PREOCUPARME.
 ACEPTAR VS LAMENTARME.

Si hicieras esto a partir de ahora todos los días de tu vida (siempre es imposible, pero estoy convencido de que sí es aproximadamente posible), ¿te das cuenta de cuánta felicidad podrías ganar? ¿No te sentirías libre? ¿No sentirías como que te has liberado de algo, como de una maldición?
La maldición del pensamiento mágico. Y es que no hay embrujo, que no tenga su propio antídoto. 

martes, 9 de febrero de 2016

7 RAZONES PARA AMAR LA SOLEDAD EN SAN VALENTÍN

El próximo domingo es el Día de San Valentín. Cupido se acerca. Y hemos de estar preparados... ¡ante tan inminente amenaza!
 
Exageraciones aparte, hay dos cosas que me preocupan de este mito del Día de los enamorados:
  1. Sensación irreal de estar de estar solo en el mundo. "Como es San Valentín y no tengo pareja, ¡significa que nadie me quiere y estoy completamente solo!"
  2. Me preocupa mucho más que el punto 1: la gran cantidad de parejas que van a nacer alrededor de este día, motivadas a unirse no tanto por el amor como posiblemente por el miedo. En efecto: miedo a estar solo el Día de San Valentín. 
Y es que éste es el principal problema de las creencias irracionales: que nos llevan a cometer actos realmente estúpidos y perjudiciales para nuestro bienestar emocional. "Debo caer bien a todo el mundo", por tanto trataré de complacer siempre a todos aunque eso conlleve faltarme el respeto a mí mismo. "Tengo que hacerlo siempre bien", por lo tanto cuando lo haga mal, me castigaré enormemente por ello. "La soledad es algo que hay que evitar a toda costa", por tanto estaré siempre con alguien, aunque no sea muy feliz con esa persona, incluso aunque esa persona... me trate mal.
 
La soledad está muy mal vista, tiene muy mala fama. Y sin embargo, es una emoción, y como todas las emociones: una respuesta natural, humana, ¡válida! Y, como todas las emociones: también es útil. Puede servirnos de ayuda. Hay razones de sobra para no rechazar a la soledad. Aquí os dejo 7:
  1. Ofrece una oportunidad para el autoconocimiento. Y a partir del conocimiento y aceptación de uno mismo, se crece.
  2. Favorece la creatividad. La mayoría de las veces no sobran problemas, faltan soluciones, y una buena idea puede venir en los ratos en los que estamos o nos sentimos solos.
  3. Propicia momentos de reflexión y de cambio. En algunas etapas vitales necesitamos pararnos y redirigir nuestra vida. La soledad nos ayuda a encontrar ese nuevo camino.
  4. La soledad es anti-estrés. Somo animales sociales, nos gusta crear vínculos con otras personas, pero... a veces las personas cansan, y se agradecen momentos de relax sin más compañía que la nuestra.
  5. La soledad nos deja hacer lo que queramos. Sea leer, escuchar música, ver cine, bailar, cantar, correr, tener un orgasmo... Y como no a todos los que conocemos les gusta nuestra misma música, o le apetecen tener orgasmos con nosotros... En fin, creo que me explico: ¡la soledad nunca te va a decir que no!
  6. La soledad nos permite estar en contacto con la naturaleza silenciosa.
    Esa parte del entorno que no te dice qué debes hacer o cómo debes ser, sino que simplemente está ahí. La playa, el monte, los océanos... Ellos nos recuerdan que somos muy pequeños, muy insignificantes y (he aquí lo bueno), que nuestros problemas también lo son.
  7. Por último, igual que no podemos ser siempre felices, porque entonces cómo narices apreciaríamos la felicidad, la soledad hace que nos sintamos alegres de disfrutar de la compañía de seres queridos: padres, hermanos, amigos... Que quizá no sean nuestra pareja, pero de los que seguro también estamos enamorados (y si nos soportan, puede que incluso ellos lo estén de nosotros).
Detectar las falsas creencias que contaminan nuestro pensamiento y envenenan nuestros hábitos, es imprescindible para encontrar equilibrio emocional. Por eso, este viernes 12 de Febrero, como plan pre-alternativo a San Valentín, vuelvo a convocar una nueva edición del Taller Desarmando a Cupido: eliminación de creencias tóxicas sobre el amor. Una actividad para los enamorados de la vida. ¡Y que me digan a mí que eso no es amor de verdad! Un abrazo.    

lunes, 1 de febrero de 2016

VAS A MORIR... Y LO SABES


Hace poco en un programa de radio pedían a sus oyentes que les mandaran la frase que pondrían en sus epitafios. Una de las respuestas fue tan buena que no pude resistirme a apuntarla enseguida. Fue ésta:

"Ahora me doy cuenta: apunté pocas cosas en la lista de cosas
que me importan una mi..."

Genial.

Y es que, como reza el título de mi post, vamos a morir. Y lo sabemos. Y eso no es malo. Lo malo sería vivir para siempre, porque sería aburridííísimo. Pero aún peor que eso es vivir como si no fuéramos a morir nunca.

Y por desgracia, usualmente, es lo que hacemos.

Y no pienso hacer filosofía barata: "vive como si hoy fuera el último día de tu vida". Ah, estupendo, pero, ¿y si resulta que, por lo que sea, oye, hoy no es el último día de mi vida y mañana el casero me echa del piso porque se lo destrocé en la fiesta que, espontáneamente, decidí celebrar ayer y en la que invité a 500 personas?

Vive como si fuera el último... No, por favor. Cada día tenemos responsabilidades que no podemos desatender porque las consecuencias de esas responsabilidades nos gustan y nos hacen la vida mejor (recuerda el post que escribí al respecto la semana pasada).

Ser conscientes de nuestra propia muerte, de que somos seres finitos, con fecha de caducidad, nos sirve. Pero no para llevar una vida que nos acerque más pronto a esa muerte (sexo, drogas y rock´n roll, como lema mola, pero la mayoría de los que lo siguieron no pasaron de los 27), si no para darnos cuenta de que tenemos que dejar de lamentarnos, obsesionarnos y aterrarnos, con cosas que el día de nuestro funeral ya no nos importarán un carajo (obvio), ni tampoco a la gente que nos quiere.

Ejemplo desolador (porque habla de mí): soy un tipo muy manazas. Hace poco descubrí que es porque tengo los dedos de las manos muy flexibles (supongo que eso por otro lado tendrá alguna utilidad, no sé). El caso es que continuamente se me caen objetos de las manos, a veces rompibles. Y en alguna ocasión me he llegado a obsesionar y castigar exageradamente por ello: "¡Pero David, ¿cómo puedes ser tan manazas?, hay que ver, eh!" (no es una traducción literal de lo que me digo, ni mucho menos).

Pues: ¿os imagináis en mi futuro funeral la siguiente conversación?

- Hay que ver, con lo bueno que era.

- Sí, pero un manazas.

- Es verdad, vámonos de aquí.

¿...?

Pues así con:
  • Las cualidades físicas: que si soy bajito, que si soy muy alta, que si no me parezco a Ricky Martin.
  • La entrevista de trabajo, el informe que he de entregar mañana a primera hora al jefe porque de no hacerlo se iniciará una III Guerra Mundial.
  • Lo que me dijo mi chica, lo que se me olvidó a mí decirle y me puede llevar a un desenlace trágico.
  • Todo el sinfín de problemas que tengo y que me convierten en el ser más desgraciado del planeta, como que he de llevar el coche al taller.
  • Lo que no tengo, lo que me he perdido, la que me espera...
Vas a morir, ¿lo sabes? TIC TAC TIC TAC (no, no tengo complejo de Pablo Iglesias). No vas a estar aquí para siempre. TIC TAC TIC TAC ¿De verdad quieres seguir amargándote tu breve, aunque puede que significativa y a veces incluso feliz existencia, con cosas que ya han pasado o que no tienes ni pajolera idea de si pasarán?

En terapia se usa el ejercicio de visualizar la propia muerte para aquellas personas cuyas preocupaciones no les dejan disfrutar de la vida. Tomar conciencia de que vas a morir sirve, bastante, para relativizar la gravedad de ciertas neuras. El ejemplo más claro es el de aquellas personas que viven una experiencia cercana a la muerte y desde entonces empiezan a valorar más lo bueno de sus vidas y a despreocuparse por problemas no tan serios ni importantes como a veces nos los presentan nuestra imaginación.

Como dice Eduardo Punset: "hay vida antes de la muerte". Vívela, sin preocupaciones, sólo con ocupaciones y despreocupaciones. Gracias por haberme leído, espero que sirva, no te mueras nunc... Tarde, que sea muy, muy tarde. Abrazos.