miércoles, 28 de octubre de 2015

UNA BONITA INICIATIVA: EMOCIOMUSICAL


Hoy vengo a hablaros de una bonita iniciativa que hemos puesto en marcha Jesús Relinque, profesor de Inglés de la ESO en Málaga, Lourdes Jiménez, cantante, y un servidor: EMOCIOMUSICAL, un taller sobre emociones, música e interculturalidad y multinlingüismo, dirigido a alumnos de la ESO de distinta procedencia.

En el taller, tras una presentación bilingüe de Jesús, doy una charla a los chavales sobre Inteligencia Emocional y la música como herramienta gestora de emociones. A través de la música podemos provocar la catársis emocional, aliviar los niveles de estrés, motivarnos, inspirarnos o incluso insuflarnos de pasión para los momentos más románticos.

Tras la charla damos inicio al ejercicio principal del taller: Lourdes canta canciones en 5 idiomas diferentes (alemán, español, inglés, italiano y portugués) y le preguntamos a los chicos qué emoción han sentido con cada canción. Luego, les explicamos la historia de cada canción y traducimos parte de la letra para que contrasten lo que ellos han sentido y la emoción que trató de transmitir el autor de la canción.

El objetivo del taller es hacer que los chavales empiecen a hablar de sus sentimientos con naturalidad y que sean capaz de reconocer sus emociones.

El reconocimiento emocional (percibir y comprender las emociones) es una de las habilidades de la Inteligencia Emocional. Hoy día, aún se sigue menospreciando en nuestro sistema educativo la importancia que tiene la capacidad de reconocer, expresar y regular nuestras propias emociones y las de los demás.

El concepto de IE (Inteligencia Emocional) se hizo famoso en 1995 a partir de la publicación del libro del psicólogo Daniel Goleman, Inteligencia Emocional, que se convirtió en un best-seller. El éxito de este libro se debió a que Goleman descubrió que la IE puede ser tan buena predictora del éxito como el CI (Coeficiente Intelectual). Por eso empezó a tenerse muy en cuenta tanto en el ámbito educativo como en el laboral.

Sin embargo, 20 años después, en España todavía contamos con un sistema educativo basado casi única y exclusivamene en desarrollar y evaluar la Inteligencia Lógico-Matemática. ¿De qué nos sirve crear alumnos con un alto CI si luego se van a frustar ante un suspenso y no van a saber gestionarlo, de qué le sirve a un alumno hacer todos los deberes que le mandan para casa si luego no aprende a trabajar en equipo?

Las personas con una alta Inteligencia Emocional superan más rápidamente las adversidades porque saben regular sus emociones incómodas, se relacionan mejor con los demás porque puede de hablar con precisión de sus emociones y ponerse en el lugar del otro (empatía), y son capaces de motivarse con mayor facilidad.

Motivación, empatía, resiliencia... Son habilidades que nos conducen al éxito, en cualquier área de la vida.

De ahí la importancia de iniciativas como estás, para que los chavales empiecen a conectar con su mundo interior y a hablar de sentimientos, y descubran  además que hay dos lenguajes universales, más allá de las razas, las fronteras y los idiomas: la música y las emociones.

Por el momento, el lunes estuvimos en el IES Al Baytar de Benalmádena y el recibimiento de los estudiantes fue estupendo. Disfrutaron de la experiencia y, estoy seguro, también aprendieron mucho. Este jueves repetiremos en el IES Cánovas del Castillo, y dentro de dos semanas en IES Salvador Rueda. Esperemos que la iniciativa se difunda y podamos realizar esta actividad en muchos institutos más.

Os dejo con unas fotos del taller del lunes y una última reflexión:

La música no nos hace sentir a todos lo mismo...
Pero todos sentimos a través de la música.










Información añadida (30/10/2015):

Ayer repetimos la actividad en el IES Cánovas del Castillo y los chavales volvieron a responder con mucho entusiasmo. Compartimos sentimientos, momentos musicales, y hasta alguna lágrima. Fue muy... emocionante. ¡Repetiremos pronto y seguiremos con este Tour Emociomusical!

Os dejo con algunas fotos y vídeos del evento de ayer:







martes, 20 de octubre de 2015

LA SENSACIÓN DE NO HABER ESTADO ALLÍ

Hoy parece que si no publicas una foto, un vídeo o como mínimo un comentario, no lo has hecho, no has estado allí.

Dejando claro que cada cual es libre de testimoniar su vida de la manera que quiera, con la frecuencia que desee y usando el medio que escoja, este tipo de conductas de autoexposición sí que pueden tener una serie de implicaciones psicológicas que merece la pena revisar:

  • Perderse el momento. Por estar tan pendientes de grabarlo para la posteridad, dejamos de prestarle atención a lo verdaderamente importante: vivir y disfrutar el presente.
  • Fomenta la comparación. Y los psicólogos estamos hartos de decir (porque es verdad) que estar continuamente comparándose es malo, muy malo para la salud mental. Porque tendemos a ver en el otro nuestras propias carencias, y de ahí derivan problemas de autoestima y creencias irracionales que dañan nuestro bienestar emocional.
  • Puede provocar adicción. En realidad, cualquier conducta que provoque una recompensa química en el cerebro (que nos haga sentir bien) puede volverse adictiva. La patología aparece cuando esa conducta genera una fuerte dependencia psicológica  o no nos deja disfrutar de otras actividades o interfiere en asuntos importantes de nuestra vida cotidiana.
  • Crea dependencia sobre la opinión de los demás. ¿Qué pasa si mi foto no recibe ningún "Me Gusta" o no lo retuitea nadie? ¿Deslegitima mi experiencia? ¿Lo que he hecho no ha estado bien, no debería hacerlo más, no le importa a nadie, no importo yo, no gusto...? Al final tu mente puede convertir en una tragedia lo que es una simple y llana realidad: hay mucha gente para la que no existes.
  • Y, sobre todo: genera una falsa sensación de vacío. La sensación, precisamente, de que no existes, de que no lo has hecho, de que no has estado allí, si no lo publicas o si no te lo valoran. 
¿Y dónde queda entonces la motivación al logro: querer hacer algo sólo por el simple hecho de hacerlo, de la satisfacción personal que nos provoca hacerlo? ¿Y la autorrealización: querer ser mejor persona, no mejor que los demás, sino alcanzar un mejor yo? Tanto motivación al logro como autorrealización se relacionan con altos niveles de bienestar.

E insisto, no pretendo aleccionar ni censurar a nadie. Yo mismo me expongo con frecuencia en las Redes Sociales, no te sientas aludido tú si lo haces. Pero si sientes la presión o la necesidad de publicarte la próxima vez que estés en un escenario ilídico, que te montes una juerga de escándalo o que te salga un plato delicioso (sobre todo esto último por favor, que entra mucha hambre) prueba a no promulgarlo. Sólo por probar.

Exímete de esa necesidad, de esa presión, disfruta del momento presente con plenitud, y quizá entonces esa fastidiosa sensación de no haber estado estado allí se transforme en otra bien distinta.

En una sensación de libertad.

lunes, 12 de octubre de 2015

LIBERARSE DEL AUTOBOICOT

Tu peor enemigo puedes ser tú mismo.

A veces porque no nos queremos lo suficiente o llegamos hasta a odiarnos. Hay que trabajar aquí aspectos tan importantes como la autoestima y la autocompasión.

Otras porque incluso deseando lo mejor para nosotros, nos ponemos trampas sin ser conscientes de ello. Hay que trabajar aquí aspectos cognitivos: el cómo interpretamos, valoramos y aprovechamos los sucesos que nos pasan.

Imagine por ejemplo un hombre que sufre un gatillazo (episodio aislado de disfunción eréctil). Es un suceso bastante normal en la población masculina activa sexualmente. Pero si este hombre lo interpreta como un fracaso, lo valora como algo horrible, y se obsesiona por ello, está multiplicando por 1000 las probabilidades de que le vuelva a suceder.

¿Por qué? Muy simple: porque la próxima vez que haga el amor estará más pendiente de si la cosa funciona que de disfrutar, y... ¡para que la cosa funcione tenemos que estar pendientes de disfrutar!

Pues así con todo. En serio, con todo. No sólo nos ocurren gatillazos en la cama: también a la hora de enfrentarnos a un examen, de hacer un trabajo, de practicar un deporte, de hablar en público, de cantar, de bailar, de ligar... Nuestro rendimiento decrece si estamos más pendientes de él que de la tarea en sí.

Nos autoboicoteamos por un exceso de autovigilancia.

Y nos autovigilamos porque:
  1. No conocemos nuestros recursos personales y no confiamos por tanto en nuestras posibilidades.
  2. Nos exigimos demasiado.
  3. Sobrevaloramos el fracaso.
  4. Sobrevaloramos la opinión de los demás.
Conociendo esto, las soluciones son obvias: conócete, cree en ti, y date cuenta de que nadie es perfecto, de que no se puede gustar a todo el mundo y de que cada fracaso es una oportunidad para crecer.

Pero no son las únicas y quiero destacar la importancia de las dos siguientes:
  1. La Atención Plena. Nuestra capacidad para prestar atención al aquí y ahora y no reaccionar ante todos esos pensamientos negativos que a veces pululan por nuestra cabeza reforzando la idea de que tengo que mantener esa autovigilancia.
  2. Déjate llevar. Y cuantas veces habré escuchado: "¡Lo intento, pero no consigo dejarme llevar!" ¿Cómo lo hacemos? Muy fácil: liberándote de las expectativas. Lo que se supone que debo hacer, o lograr o lo que los demás esperan de mí  conlleva una pesada carga que nos impide... dejarnos llevar.
¿Y si no lo hago, y si no lo consigo, y si decepciono a los demás? ¿Será TAN malo? ¿Lo necesito para ser feliz?

Sólo hay una cosa imprescindible para ser feliz: querer ser feliz.

Y sólo hay una cosa que necesitas para querer ser feliz:     ser     tu     mejor     amigo.

Abrazos.

lunes, 5 de octubre de 2015

CÓMO HACER QUE LAS HORAS SE NOS PASEN VOLANDO

El flujo es un concepto creado por Mihály Csíkszentmihályi, destacado docente de psicología en universidades norteamericanas y al que Martin Seligman se refiere como el más importante investigador del mundo en Psicología Positiva.

Recordemos que la Psicología Positiva se diferencia de la Psicología tradicional, que siempre ha puesto la atención sobre el malestar emocional y la enfermedad, en que aquélla trata de buscar y descubrir qué nos hace felices a las personas.

Pues precisamente el flujo se puede denominar como uno de los mayores estados de felicidad posibles. Cuando uno está inmerso en el flujo, la sensación de felicidad no es absoluta, porque la felicidad así entendida no existe... pero se le acerca.

¿Queréis fluir? Seguid leyendo:

¿En qué consiste y cómo se llega al estado de flujo?

La característica principal del estado de flujo es la que da título a este post: tienes la sensación de que el tiempo se pasa volando. Porque precisamente el flujo consiste en sumergirte tanto en una actividad que, no sólo pierdes la noción del tiempo, también del exterior y de ti mismo. Pero no puede ser una actividad cualquiera, tiene que cumplir tres requisitos:
  1. Que requiera atención y concentración por mi parte, sino difícilmente podré sumergirme en ella.
  2. Que no sea muy difícil porque entonces me frustaré, ni muy fácil porque me aburriré, y el resultado será que abandonaré la tarea.
  3. Y, por supuesto, que me guste.
Cuando encontramos una actividad que reune estos requisitos, ponemos tanta atención plena en el aquí y ahora, que nos olvidamos de todos esos recuerdos y preocupaciones que nos amargan la existencia. Por eso el estado de flujo se identifica tanto con la felicidad, porque:

El único sitio y momento en el que podemos ser felices,
es en el presente.

Actividades que nos pueden suponer flujo: el trabajo, para quien tenga la suerte de tener un trabajo que le guste, el deporte, los videojuegos, el sexo, los juegos mentales, el baile, la lectura, el cine...

¡Hay tantas, y para todos los gustos! Conoce cuáles son las tuyas, o investiga, explora, experimenta... para descubrir nuevas actividades que te hagan fluir.

Pero quería terminar este post haciendo una reflexión sobre el asunto del flujo. Y es que creo haber encontrado una actividad que nos transporta fácilmente a ese estado de plenitud en el aquí y ahora: la actividad de crear.

Cuando uno crea, es decir, cuando uno escribe, o compone, o dibuja, o diseña, o cocina... se deja llevar por su imaginación, no para inventar escenarios que no se han producido y que nos provocan malestar, como suele suceder en los trastornos de ansiedad y depresión ("¿me dejará, suspenderé, me gritará el jefe?") sino para valernos de esa capacidad, la imaginación, para resolver una incógnita estimulante: ¿qué sabores mezclo, qué color le voy a poner, cómo empieza mi novela...?

Así, mi reflexión, de la que te quiero hacer partícipe, sería:
¿es la imaginación el mejor aliado del flujo?

Abro el debate y termino el post recordándote que, muy al hilo de todo esto, este sábado 10 del 10 hago un taller sobre, precisamente, Escritura-Terapia. Esperamos crear mucho, y fluir más todavía. Abrazos.