miércoles, 8 de julio de 2015

EMOCIONES INCÓMODAS

A nadie especialmente le gusta experimentar emociones como la ansiedad, la ira, la tristeza o la vergüenza. Sin embargo, ¿sabías que estas emociones cumplen cada una de ellas una función?
  • La ansiedad o miedo activa un mecanismo de lucha o huida ante un peligro, tiene una función protectora por tanto. Gracias a ella nuestros ancestros se ponían a salvo frente a las fieras salvajes con las que convivían. Hoy día además se ha demostrado que niveles medios de ansiedad son eficaces para el rendimiento.
  • La ira nos proporciona energía frente a la situaciones que vivimos como injustas o frente a personas que percibimos pretenden despojarnos de algún derecho. Gracias a ellas nos activamos y nos predisponemos a defender nuestra integridad o los valores sociales que aceptamos como válidos.
  • La tristeza nos ayuda a asimilar hechos dolorosos, como una pérdida o un fracaso, y a reintegrarlos como experiencias de vida a partir de las cuales podemos aprender y crecer. El dolor necesariamente necesita de esta emoción para ser superado. Además, permite la reflexión de qué es importante para el individuo en su vida.
  • La vergüenza... Dicen que la vergüenza no sirva pa´na y estorba pa´to. Pero no es verdad: la vergüenza cumple una función social y su propósito es que seamos aceptados por el grupo. Además está estrechamente ligada a la sensación del ridículo, que evita que nuestros impulsos nos lleven a acometer acciones de las que luego nos arrepintamos.
Si estas emociones son funcionales, y además son innatas ya que todos las tenemos, ¿por qué tanto rechazo a ellas?

Precisamente porque no siempre son funcionales, y hay veces que se vuelven un obstáculo entre nosotros y nuestras metas o expectativas. Como cuando por un exceso de ansiedad me quedo en blanco en el examen, o cuando la ira hace que agreda al otro, o cuando la tristeza se prolonga hasta transformarse en depresión, o cuando la vergüenza no me permite hablar en público.

Por tanto, no se trata de si debo sentir o no sentir esa emoción: se trata de aprender a gestionar la emoción. La clave se encuentra en la Inteligencia Emocional: nuestra capacidad para percibir, comprender, expresar y regular las emociones.

Sin embargo, un obstáculo en ese aprendizaje que todo ser humano se debería proponer, es precisamente, el rechazo a las emociones incómodas. Porque eso es lo que son. Las emociones menos agradables no son malas ni buenas, ya que son naturales y ya que cumplen su función. Simplemente pueden llegar a ser incómodas.

Y el hedonismo imperante en la sociedad actual,
ha convertido lo incómodo en desastroso, terrorífico,
y evitable a toda costa.

No tiene ni debe porqué ser así. No es sano evitar a las emociones incómodas, ya que nos perdemos su función, nos despojamos de su valía. Podemos aprender a convivir con ellas.

Y de eso hablaré y entrenaré en el próximo Taller de Mindfulness + Inteligencia Emocional que hago este sábado día 11 de Julio en Málaga. De cómo conectar con nuestras emociones menos agradables para reducir el impacto negativo que pueden provocarnos. Si estás en Málaga, no olvides acudir. Si no estás, será un placer para mí seguir escribiéndote. Con cabeza, y desde el corazón.

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