martes, 26 de mayo de 2015

CELOS: CÓMO SUPERAR LA CELOTIPIA

Los celos son una emoción, y como tal, son humanos, normales, cualquiera puede sentir celos a lo largo de su vida.

El problema aparece cuando permitimos que las emociones gobiernen nuestra vida produciendo conductas disfuncionales, es decir, conductas que no son adaptativas, que no sirven, y que sólo generan malestar y conflictos.

En el caso de la pareja: peleas, invasión del espacio personal del otro, e incluso infidelidades. Porque sí, los celos pueden acabar desencadenando la famosa profecía autocumplida: cuando yo mismo provoco, de manera no consciente, aquel mal que tanto temo.

Y es cuando se dan este tipo de situaciones en la pareja que podemos hablar de celotipia: pasamos de la emoción a la obsesión, la creencia permanente de que mi pareja va a serme infiel, o dejarme por otra persona, o que otra persona llegará para quitármelo.

Esa obsesión acaba en compulsión: una conducta repetitiva dirigida a reducir la ansiedad que nos provoca la obsesión. Prohibir, restringir,controlar, espiar, etc. Conductas que, como digo, facilitan la aparición de la profecía autocumplida, ya que generan desgaste y animadversión, y se acaba buscando fuera la paz, el cariño y la libertad que no encontramos dentro.

La solución para superar esta problemática a nivel de pareja está clara: fomentar una relación basada en la comunicación, el respeto (respeto de un espacio compartido y uno personal y exclusivo), y la confianza.

Lo que sucede es que para un celotípico esto va a ser duro. Sobre todo en el tema de la confianza. Porque su celotipia se ha vuelto un rasgo de personalidad. Al celotípico no tienen por qué darles razones para manifestar celos, ya él o ella se ocupará de encontrarlas, porque es que es así.

Y es así porque la celotipia se construye en base a dos pilares muy personales:
  1. El sistema de creencias. Que puede estar muy distorsionado si es fruto de malos aprendizajes que han llevado a aceptar como ciertos falsos mitos: todos los hombres son iguales, las mujeres tienen que quedarse en casa... El primer ejemplo es una generalización, el segundo también y además una afirmación bastante anclada en el machismo.
  2. La autoestima. Porque la desconfianza que aparece en una relación puede muy bien ser fruto de falta de confianza en uno mismo. Si no me valoro y encima me subestimo frente a los demás, fácilmente pensaré que mi pareja me dejará por otra persona y que tengo que poner los medios de "protección" necesarios para que eso no ocurra.
Por tanto, las soluciones para superar la celotipia pasan por hacer un trabajo con uno mismo (y a ser posible también con un psicólogo). Cuestionar la racionalidad, veracidad y utilidad de tus pensamientos; conocer tus fortalezas y recursos personales y aprender a exprimirlas. Es difícil que una persona con un pensamiento libre y una autoestima sana pueda sufrir de celotipia.

Pegar siempre te la pueden pegar, pero al menos no pongas tú las condiciones idóneas para que eso ocurra. Y si sucede, puedes interpretar ese suceso como una adversidad que te ayudará a crecer y a empezar una nueva etapa en tu vida, si así lo decides. No pienses que ha sido un "robo", porque ésa es otra de las creencias erróneas de los celotípicos: que el otro nos pertenece.

Nadie es de nadie. Una relación son personas que comparten un proyecto en común, no personas que se tienen.

O como dice Fito:

Me di cuenta tarde que te perdí,
por pensar que te tenía... 

   

miércoles, 20 de mayo de 2015

¿PUEDEN LOS POLÍTICOS PROVOCAR ESTRÉS?

Fantástica viñeta del artista El Roto (1)
A alguno o alguna la pregunta a la que se refiere el título de este post le habrá producido cierto desconcierto.

"¿Estrés? Los políticos me provocan ira, vergüenza, indignación... Algunos hay también que me provocan emociones positivas. ¿Pero estrés? ¿Cómo puede la política estresarte?"

Pues sí que puede, sí.

Para verlo, hemos de entender primero qué es el estrés:


Una respuesta inespecífica ante un estímulo que es percibido como amenazante porque desborda la capacidad de recursos del individuo, provocando en éste reacciones fisiológicas y/o psicológicas adversas.

Ese desequilibrio percibido entre mis propios recursos y el estímulo a afrontar, puede ser más o menos ajustado a la realidad. Puedo estresarme porque pienso que no me va a dar tiempo, y luego compruebo que tenía tiempo de sobra, así que tendré que aprender a gestionar mis pensamientos anticipatorios, o puedo estresarme debido a una carga excesiva de tareas, por lo que tendré que aprender a delegar y descartar.

Entre los estímulos que pueden ser estresantes, encontramos que muchos son de competencia individual, como por ejemplo un examen o un informe que he de presentar en el trabajo, otros son de competencia grupal, como por ejemplo las tareas domésticas en el ámbito familiar o la planificación del fin de semana en el ámbito de una pandilla de amigos. Pero otros, son de competencia comunitaria: las políticas.

Las políticas son los grupos de normas que facilitan la convivencia de los integrantes de una comunidad y permiten un desarrollo óptimo de la persona en este ámbito.

Y como vivimos ya suficientemente ocupados (y estresados) con las competencias individuales y grupales, ¿qué hemos hecho? Delegar. Lo cual está bien, ya que delegar es una medida anti-estrés: no puedo hacerlo todo, así que delego. El problema aparece cuando no acertamos con las personas a quienes estamos delegando competencias que, aunque no podemos asumir porque tenemos otras de las que debemos responsabilizarnos, son competencias muy importantes: la Sanidad, la Educación, el Empleo... En definitiva, la gestión de los recursos que son de todos.

(2)
Y cuando percibimos que esos recursos son desperdiciados por gentes que han hecho de nuestra delegación su ambición personal, aparece estrés: percibimos que no tenemos recursos suficientes para afrontar con eficacia los problemas que se dan en Sanidad, Educación, Empleo, etc. Una percepción que apoyan bastante los datos objetivos. El desequilibrio entre estímulo y afrontamiento se agrava más porque encima hemos de asumir que no podemos hacer más que votar cada 4 años, por lo que nuestro margen de maniobra ante estos problemas se reduce al pataleo.

Y patalear está bien. Así se desfoga ira y se libera tensiones derivadas del estrés. Pero no es suficiente. Por eso he aquí una serie de recomendaciones para que el estrés político no te amargue la vida:
  1. No sientas culpa. No vas a poder cambiar el mundo tú solo. Muchas personas haciendo pequeñas acciones en distintos sitios del planeta, son las que cambian el mundo. Comprométete con los asuntos sociales de tu comunidad, pero sólo dentro de tus capacidades.
  2. Desconecta. Estar informado es bueno. Pero hoy tenemos un exceso de sobreinformación política: los debates de la tele que se han puesto tan de moda, los clásicos telediarios, la prensa, la radio, las conversaciones en el bar... 
  3. Acepta que el mundo a veces es injusto. Y eso incluye que estemos gobernados por ladrones, mentirosos y gente con muy pocos valores morales y menos sensibilidad humana.
  4. Reconoce que hay gente que no piensa como tú y que nunca lo hará. Entiende, aunque no compartas, sus puntos de vista, y si no puedes porque estás radicalmente en contra de sus posturas, no hables con ellos de ese tema. Se pierde mucha energía discutiendo con un tonto, te lo aseguro.
  5. Y por último, sobre todo, sobre todo, sobre todo, sobre todo: no delegues competencias tan importantes para todos en gente que lo ha hecho mal anteriormente. ¿Confiarías el cuidado de tu casa al vecino que casi te la quema el verano anterior? Delega, VOTA, con responsabilidad.
No lo hagas sólo por ti. Hazlo pensando en la comunidad, en nosotros. No nos estreses más, por favor.

(Y 3)

 Gracias a El Roto por su arte que invita a reflexionar, a rebelarse y a soñar con un mundo mejor.

miércoles, 13 de mayo de 2015

UNA CITA CON EL DIABLO

Cuatro ojos, gorda, cabezón, puta, marica... 

El bullying se puede expresar de diversas maneras: a través de insultos o motes, desprecios, exclusión, amenazas, agresiones... Para la víctima sólo se percibe de una manera: terror. El niño o adolescente se adentra en un contexto de terror perpetuo. Una cita con el diablo a la que está obligado a acudir todos los días.

CONSECUENCIAS DEL BULLYING

Algunas, tristemente, ya las conocemos a través de los medios. Hay quien no sobrevive. Imagínate exponerte día tras día a tus agresores, sin poder defenderte. Porque la víctima suele estar inundada por un sentimiento de indefensión absoluto. "No puedo hacer nada, sólo aguantar". Si se enfrenta a su agresor o agresores, le matarán. Si dice algo, será un chivato, un cobarde, un marginado. Si escapa... Quién le dice que en otro lugar no le espera lo mismo.

Los supervivientes: la personalidad se forja en los primeros años de vida. Pasar por una experiencia de bullying temprana puede ser determinante por tanto a la hora de adquirir un déficit de autoestima o patrones cognitivos y conductuales disfuncionales. La adolescencia es una época de cambios y desequilibrios que podemos afrontar de forma adaptativa, y un ambiente hostil continuado está claro que no va a ayudar a ello. Por tanto, las personas que pasan por una experiencia de bullying que luego no son capaces de integrar en sus vidas, pueden desarrollar problemas psicológicos como depresión, ansiedad, déficit de autocontrol de la ira... 

Luego están los que terminan pareciéndose a sus agresores. Es bastante común. Un niño empieza criándose, por regla general, en un ambiente de amor, ternura y comprensión. Y de repente, sin saber muy bien cómo, lo sueltan en medio de una jungla llena de depredadores. Para sobrevivir, decide volverse un depredador más. Su corazón se vuelve oscuro, su visión del mundo ha cambiado: "el mundo es malo, necesito ser más malo que él o si no acabará conmigo". Y ésa es la visión de muchos de los grandes hostigadores de hoy día: políticos insensibles, empresarios tiranos, banqueros ladrones, etc. Quién sabe si no fueron también en su día niños víctimas de bullying.

¿POR QUÉ EXISTE EL BULLYING?

El hombre es bueno por naturaleza. Fijaos en un niño de pocos meses, es una criaturita incapaz de hacerle daño a nadie. De hecho, ni siquiera sabe lo que es el bien y el mal. Lo va a aprender, nosotros le vamos a enseñar. Y los niños aprenden sobre todo a través del aprendizaje vicario: observan y copian. ¿Y qué van a copiar si tienen padres que discuten frente a ellos gritándose y faltándose el respeto, qué van a copiar si su padre se sienta ante el televisor para ver un partido de fútbol y lo primero que hace es llamar hijo de puta al árbitro, qué van a copiar si su madre les regaña amenazándoles con que les van a arrancar la cabeza?

¿CÓMO SOLUCIONAR EL BULLYING?

¿Cómo hacer un mundo mejor? Con Inteligencia Emocional, con empatía, con respeto, educando en valores y tolerancia.

Informando y sensibilizando a padres, profesores y alumnos sobre esta problemática y cómo prevenirla y atajarla.

¿Y cómo prevenirla y atajarla? Hablando. El niño tiene que tener la seguridad de que cuando tenga un problema puede llegar a casa y contárselo a sus padres y que recibirá el apoyo incondicional de éstos, de que puede pedir ayuda a un profesor y que la obtendrá sin que haya consecuencias negativas. El niño tiene que saber que no está solo.

Porque el bullying no es un problema individual, es social, es de todos. Por eso que ya he explicado sobre los supervivientes que acaban pareciéndose a sus agresores, el hostigador de ayer, o incluso la víctima, puede ser el hostigador del mañana. A todos nos corresponde erradicar el bullying.

Yo fuí víctima de bullying en el pasado. Hoy a veces me encuentro con alguno de mis hostigadores y siento ganas de insultarle, despreciarle, escupirle, golpearle... Siento ganas de parecerme a él. Con este escrito siento que me alejo de él, y me acerco más a mí.

Siento que hoy estoy un pasito más cerca del cielo y más lejos del infierno.

miércoles, 6 de mayo de 2015

UNA FORMA DE QUERERSE MÁS Y MEJOR A SÍ MISMO

La Autoestima es la valoración que hacemos de nosotros mismos. ¿Pero qué es el "uno mismo"?

Uno mismo = Autoconcepto = nuestra Autoconsciencia del Yo.  

El Yo es muy amplio. La frase "Somos lo que somos", repetida hasta la saciedad, es en realidad bastante ambigua, vaga e imprecisa. Somos lo que pensamos, lo que sentimos, lo que hacemos, nuestros logros y nuestros fracasos, nuestras experiencias pasadas y nuestros sueños por cumplir. Incluso no somos, nos transformamos, pues somos cambio constante. Un cambio fuertemente condicionado por nuestra interacción con el ambiente.

Y en ese proceso de interacción con el ambiente juega un papel determinante nuestra relación con Los Otros. Esa relación define en gran parte nuestro Autoconcepto, y por ende, nuestra Autoestima.

De ahí la importancia de la Habilidades Sociales, ya que:

Las Habilidades Sociales son el conjunto de conocimientos, actitudes, aptitudes y conductas que facilitan las relaciones humanas.

Es decir, las Habilidades Sociales posibilitan que nuestra relación con otras personas sea sana, de calidad, beneficiosa, equilibrada y enriquecedora, repercutiendo de esa manera positivamente en nuestro Autoconcepto y nuestra Autoestima, ya que una relación en esos términos nos devuelve un feed back positivo de nosotros mismos.

Entre los usos más conocidos de las Habilidades Sociales se encuentran, entre otros: saber decir que no, la capacidad de negociación, o expresar abiertamente emociones y puntos de vista sin miedo a la crítica o al rechazo. 

Estos usos pueden favorecer la creación de redes sociales amplias y de calidad, una gestión más eficaz de los conflictos y el logro de objetivos personales.

Y quien tiene muchos amigos, no se pelea constantemente con el mundo, y obtiene posibilidades para alcanzar sus metas, no tiene tan díficil el quererse más y mejor a sí mismo.

Existen resistencias o barreras que nos impiden adquirir o hacer un buen uso de las Habilidades Sociales:

  1. El exceso de vergüenza.
  2. El bajo autocontrol de la ira.
  3. La falta de empatía.
  4. La escasez de habilidades asertivas.
Pero sin duda, el peor enemigo de las Habilidades Sociales es: la mala educación.

Entendido como Mala Educación aquella en la que no se incluye el estudio, comprensión y entrenamiento de las Habilidades Sociales. Ya sabéis, lo que, aunque ya afortunadamente se está empezando a cambiar, se ha hecho siempre en nuestro sistema educativo: enseñar de memoria los Reyes Visigodos pero ignorar la comunicación emocional.

Por suerte, las Habilidades Sociales se pueden adquirir y desarrollar en cualquier momento de la vida, y son siempre mejorables. Por eso quiero invitarte a un taller que haré este próximo sábado 9 de Mayo en el que trataré de aportar mis conocimientos sobre este área y en el que además haremos varias dinámicas de grupo que prometo serán divertidas además de facilitadoras del aprendizaje.

Y es que aprender jugando debería considerarse también, una Habilidad Social.