lunes, 22 de septiembre de 2014

CUESTIÓN DE ACTITUD

Hoy en la madrugada cambiamos "oficialmente" de estación. El verano da lugar al otoño. Y para los que amamos la estación veraniega es éste un cambio un poco doloroso, así que ayer, pensando ya en ello, me desahogué escribiendo el siguiente post en una red social:

"El verano es una actitud, y termina cuando a mí me salga los hue... narices"

Esto me ha hecho reflexionar en que, no el verano, LA VIDA, es una cuestión de actitud. Y muchas veces hay que echarle hue... Narices. Y ovarios.

¿Acaso vas a dejar de ir a la playa o practicar deporte sólo porque el calendario diga que ya no es verano, si aún hace buen tiempo? Desde luego, si te gustan la playa y el deporte no tienes por qué.

¿Acaso vas a renunciar a tu bienestar y vas a abandonarte a la miseria  por ser época de tormentas? ¿Vas a desistir en tu búsqueda de la felicidad ante la primera tempestad que destruya el paisaje veraniego en el que vivías envuelto? No tiene que ser así. Por mucho que te llueva, por mucho que te golpee el viento en la cara: no pierdes tu derecho a ser feliz

Aunque hayas perdido a esa persona que tanto querías, aunque te hayan echado de ese trabajo que amabas, aunque tu vida cambie de forma tan radical que pienses que nada volverá a ser lo mismo, grábatelo con fuego ardiente en la cabeza: no pierdes tu derecho a ser feliz.

En la vida de nadie es verano por siempre. Así que estate preparado para disfrutar del plácido sol... y aprender a bailar bajo la más torrencial de las lluvias:


Porque, tenlo claro:

La felicidad no depende tanto de lo que nos pasa, 
como de cómo lo percibimos, interpretamos, asimilamos
y aprovechamos para nuestro futuro.

Para hablar de todo esto y mucho más daré el próximo sábado día 4 de Octubre un taller en Málaga llamado "Taller de Psicología Positiva: ¡Soy infeliz y me alegro!", al que os invito a asistir: más información en este enlace.

Y sí, lo sé. ¿¿¿Soy infeliz y me alegro??? Pero, diréis, ¡si ese mensaje es totalmente contradictorio con el "tienes derecho a ser feliz"! Mmm, sí, y no, no, no tiene por qué... De ello hablaremos en el taller, pero os adelanto tres premisas en relación a esto que para mí son fundamentales:

1. La felicidad no es una meta, es una búsqueda. En el momento en que se terminara esa búsqueda... ¡os aseguro que dejaríamos de ser felices!
2. No existen personas felices, existen estados de felicidad.
3. Hoy en día parece que para ser feliz hay que controlar cosas que la mayoría de las veces están fuera de nuestro margen de decisión (casa grande, coche caro, familia perfecta...). La emoción la decides tú.

La mala noticia es que tomar esa decisión, alcanzar esos estados o persistir en la búsqueda, en ocasiones, no es nada fácil. Y en ese punto, precisamente en ese punto, es cuando hay que echarle hue... ova... nari... ¡Actitud, hay que echarle actitud, coño!

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Y VIVIERON FELICES...

... y comieron perdices.

Así acaban muchos de los cuentos de hadas que nos han contando en nuestra niñez. Pero todos recordamos que antes de llegar a esa final feliz, los protagonistas de esos cuentos debían pasar por aventuras y desventuras varias. Blancanieves casi es asesinada por su madrastra antes de conocer al príncipe. Cenicienta era una esclava de su madre y hermanas. Y Shrek tuvo que enfrentarse a un dragón para salvar a una princesa que finalmente descubrimos que está maldita.

Pero después de todo, por fin llega el "Y vivieron felices y comieron perdices" y pensamos que princesa y príncipe, u ogro y ogra, vivirán juntos enamorados por siempre y sin pasar por una desdicha nunca jamás.

Igualito, igualito que en la vida real, ¿ a que sí? Ya...

La felicidad no se alcanza, no es una meta, es una búsqueda, un camino que vale muchísimo la pena recorrer aunque nunca se llegue al final. Y para recorrer ese camino se requiere actitud, esfuerzo y compromiso, y mucho más en el caso de la felicidad en pareja, donde hay que aprender a armonizar las necesidades, deseos y limitaciones de uno con las del otro.

Y no te quepa la menor duda que durante ese camino no vas a dejar de encontrarte con obstáculos, ya sea en forma de madrastra disfrazada de suegra poco cariñosa, dragones que echan fuego por la boca cuando no te quedas una hora más en la oficina, o enanitos... que no dejan de llorar durante toda la noche.

La buena noticia es que esos obstáculos, que pueden llegar a aterrarnos de forma individual, son mucho más salvables cuando se trabajan en equipo. Y dos ya son un equipo. Así que ante los obstáculos, ante las dificultades, ante las diferencias y las malas rachas, no os encerréis cada uno en su propio castillo rodeado de puentes levadizos y trampas mortales: el trabajo, la casa, el bar, el aislamiento, la incomunicación...

Más que nunca en eso momentos tenéis que afrontar esos peligros que acechan vuestra relación, hacerlo utilizando una comunicación franca, directa, respetuosa y productiva, en pos de hallar una solución que luego se aplicará trabajando en equipo. Porque:

Los mejores equipos son aquellos que cuando las cosas se ponen feas, consiguen estar más unidos que nunca.

¿O que creíais, que la aventura se acababa con el "Y vivieron felices y comieron perdices"? Ahí es justo cuando comienza la auténtica aventura.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

NO SOMOS MÁQUINAS

Como psicólogo, no me es nada raro encontrarme con pacientes con un nivel excesivo de autoexigencia. De hecho pienso que es algo bastante común. 

¿Esclavo del tiempo?
¿Qué podía esperarse sino de una sociedad que nos invita a tener la casa perfecta, el coche más caro, y la familia más sonriente del mundo a la hora del desayuno? ¿Qué podía esperarse de una sistema en el que si no llegas el primero eres un fracasado? ¿Qué podía esperarse de un mercado laboral en el que tienes que sacarte un máster de 6.000 euros y dos años para acceder a un empleo mileurista (con suerte) o un "mercado del amor" en el que si no tienes los abdominales de Cristiano Ronaldo o las caderas de Shakira no eres lo suficientemente apto/a?

Vivimos en un mundo excesivamente exigente. Pero tú no tienes que ser como es el mundo. ¿Sabes por qué? Porque la verdad es que no necesitas la casa perfecta ni los abdominales de Cristiano Ronaldo para ser feliz.

El éxito es una de las cosas que más satisface a los seres humanos pero, la verdad es que cada ser humano es libre para definir qué es el éxito. Para algunos tener éxito es llenar estadios enteros cantando mierda comercial que no es ni de lejos la música que les apetecería hacer. Para otros éxito es cantar una canción desde el alma y emocionar a un público pequeño de un pub de mala muerte.

Es así. Decide tú qué es lo que quieres y pelea por ello, pero no desde la imposición de una sociedad enfermizamente autoexigente, ya que desde la autoexigencia (la excesiva autoexigencia, es decir, el machaque continuo) lo único que consigues es presión, ansiedad, estrés, desmoralización... Si quieres iniciar un proyecto, ya sea personal o profesional, busca dentro de tí que es lo que te gusta, y hazlo. Actúa desde la motivación y desde el deseo, no desde la imposición y la autoexigencia.

Sin embargo... Éste es un mensaje que desde años atrás ya va siendo muy repetido por muchos gurús del éxito y del crecimiento personal: "Encuentra aquello que te gusta, que te motive, tu sueño, y hazlo realidad, a base de esfuerzo, de trabajo, de tesón, y de más trabajo..." Estos mensajes son muy estresantes, presionantes... excesivamente exigentes. Parece que escuchando a estos gurús hay que dejar de comer y de dormir y de tener amigos y relaciones sexuales. Parece que hay que... ¿¿¿Hay que dejar de ser feliz para ser feliz???

Si tienes un sueño, una meta, un proyecto o un objetivo vital, pelea por él como si fueras un boxeador dispuesto a dejarse los piños en la lona. Pero hasta los boxeadores descansan cada dos minutos que dura cada round. Y también comen, y duermen, y hasta follan (el que pueda, o al que le dejen). 

Tan importante como ir detrás de lo que quieres, es saber parar. Y ya sé lo que estáis pensando: "Claro, es lógico, si vas a hacer un esfuerzo físico y/o mental para alcanzar una meta, es necesario alternar periodos de esfuerzo con periodos de descanso, porque si no llegaría un momento en el que estarías agotado y no rendirías".

Pues sí. No somos máquinas. Y necesitamos descansar para recuperar energía y obtener un rendimiento alto cuando volvamos al trabajo. Sí, pero no sólo eso.

Además de descanso, necesitamos OCIO. Ni se te pase por la cabeza la idea de "no puedo divertirme porque es un modo de perder el tiempo y ahora tengo que ocupar el tiempo en lo estrictamente necesario, que es el trabajo para conseguir mi meta. Si no soy un vago. Si no soy un inútil. Si no soy un perdedor".

¿Perdedor? Perdedor es perderse las cosas y las personas que te hacen feliz: tu familia, tus amigos, tus hobbies, tus pequeños placeres... Pensar lo contrario es autoexigencia excesiva, es automachaque, es una gilipollez. Pero no sólo porque te estarías perdiendo lo que te hace feliz, sino porque además es una manera de empeorar tu rendimiento.

Las máquinas no tienen emociones. Las personas sí. Sigue haciendo aquello que te pone contento, porque sencillamente, si estás contento, rendirás mejor.

Si estás contento, estarás más cerca de tu sueño, estará más cerca de la felicidad.

jueves, 4 de septiembre de 2014

LA ESCRITURA-TERAPIA

La Inteligencia Emocional es un concepto que Daniel Goleman puso en auge en la década de los noventa, y se concreta en nuestra capacidad para identificar, comprender, expresar y regular nuestras propias emociones y la de los demás de un modo eficaz y productivo.

Inteligencia Emocional es saber contar hasta diez antes de declarar la III Guerra Mundial, IE es saber ponerse en lugar del otro incluso cuando vemos que la postura que defiende está a 10.000 años luz de la nuestra, IE es oír una canción "despierta vecinos" después de que te haya dejado tu pareja y no la última canción de desamor del último cantautor triste de moda (y que nadie se dé por aludido).

La IE nos ayuda a relacionarnos mejor con los demás y con nosotros mismos. Es fundamental a la hora de adquirir autoconfianza y motivación en el trabajo, superar problemas de pareja, aumentar nuestra resiliencia ante las adversidades, gestionar conflictos internos e interpersonales, etc.

Sin embargo, a pesar de sus múltiples ventajas, no se nos enseñó IE en el colegio (ahora parece ser que sí que se está empezando a aplicar en el sistema educativo español). Nos instruyeron para prestarle más atención a los números que a las emociones (¿¿¿???).

Por fortuna, otra cosa que nos enseñaron en el colegio es a leer y a escribir. Y la escritura puede ser un vehículo magnífico, para la comprensión, salida y regulación de las emociones.

Se utiliza mucho en psicoterapia, y con razón: escribir es una manera de ponerle nombre a las cosas, de comprender cómo nos sentimos y por qué nos sentimos así, y de buscar una solución o un cambio.

Escribir saca esos pensamientos tan caóticos y desordenados que no paran de moverse sin dirección alguna dentro de nuestra cabeza (y ya sabemos lo estrechamente relacionado que está nuestro sistema cognitivo con nuestro sistema emocional), y los ordena en el papel, los verbaliza, les da un significado a partir del cual podemos hallar un sentido a nuestro sentir, un sentido que nos proporcionará más calma y bienestar.

Ejercicios sencillos para desarrollar el poder terapéutico de la escritura:
  • Escribe un diario emocional. Es decir, centrado en las emociones. Describe evento que te haya hecho sentir de manera especialmente mal o bien. Haz que la escritura de ese diario sea un medio para desbloquear, para canalizar desde dentro afuera. Expresa tus emociones en el papel. Y finaliza el capítulo de tu diario con una solución al conflicto que ha supuesto la aparición de las emociones negativas (por ejemplo: "ahora sé que haber discutido con Susana es lo que me hace sentir así, por lo que cuando llegue a casa hablaré con ella y trataré de arreglar lo sucedido"), o con una conducta alternativa a la que está manteniendo tu emoción negativa (por ejemplo: "quedarme tumbada en la cama pensando en lo que pasó y que ya no puedo cambiar no me sirve de nada, así que voy a hacer alguna actividad que me anime y distraiga").
  • Vamos a ser positivos: escribe un diario de positividad. Hay tanta negatividad flotando en el ambiente que a veces nos dejamos atrapar por ella. La escritura puede ser un soporte para entrenar el "poner el foco de atención en lo positivo". Escribe todas las cosa buenas que te pasen a lo largo del día durante un par de semanas como mínimo: eventos que te hagan sentir bien, logros (por pequeños que sean) e incluso cosas que no te pasen a ti directamente, como por ejemplo que hayas sido testigo de un gesto de generosidad o ternura.
  • ¿Te gusta escribir? ¿Eres creativo? En ese caso puedes escribir un cuento, un relato, una pequeña fábula, una obra de teatro, una poesía... Además de una herramienta para liberar emociones, si realmente te gusta y consigues concentrarte en la tarea, puede ser una oportunidad magnífica para alcanzar el estado de flujo, que es ese estado en el que nos olvidamos de nosotros mismos y nuestros problemas, las horas se nos pasan volando, y somos muy felices.
  • ¿Hay alguien a quien te gustaría pedir perdón o perdonar y ya no está, o no te atreves a decírselo? Escríbele una carta. La escritura también puede ser un medio para liberarte de la culpa o del rencor.
  • ¿Existe en tu vida una figura de poder bajo la que te sientes sometido? Puede ser un padre, un profesor o un jefe. Escribe sobre él, describiendo sus imperfecciones, sus rasgos más ridículos y fallos o vicios más habituales. Verás que no es perfecto, que no es un Dios y que puedes hacerle frente. Su poder es sobre todo un regalo de tu imaginación.
Y ha llegado la hora de usar la imaginación para hacernos regalos a nosotros mismos.