viernes, 7 de marzo de 2014

BAILE DE MÁSCARAS

Fecha de carnaval. De disfrazarse. De ponerse una máscara.

El origen de esta fiesta es cristiano y proviene de un lapso temporal, una especie de tregua o descanso, que precedía a la represión sexual y formalidad litúrgica de la Cuaresma. De ahí la máscara: su función es la de escoder al "pecador".

Me viene a la mente entonces una pregunta: en fecha de carnaval, ¿ocultamos nuestro verdadero yo detrás de una máscara... o usamos esa máscara y el disfraz para expresar nuestra auténtica naturaleza, esa que, en épocas más antiguas era reprimida por dogmas tremendamente arcáicos?

Sea cual sea la respuesta, lo que es una evidencia es que un componente clave de esa cosa que a veces llamamos felicidad, es la AUTENTICIDAD.

Es decir, la capacidad de vivir nuestra vida acorde a nuestros ideales, pensamientos, emociones, sueños... Autenticidad no es hablar por la boca de otros ni ser lo que otros quieren que seas. Autenticidad es ser yo. Y es una buena forma de andar el camino hacia la autorrealización: ese camino que nos lleva a nuestro mejor yo.

Sin embargo... TÚ PUEDES LLLEGAR A SER MUCHOS YOES. Nuestro mejor potencial, no es una imagen fija de nosotros mismos. ¿O acaso nuestros sueños no cambian? ¿Y nuestros ideales, cuando nos damos cuenta de que eran errados? ¿Y nuestros pensamientos, nuestras emociones...?

Somos cambio.

No obstante, hay veces que la tristeza, que es una emoción, y como tal es transitoria, viene y se instala en nuestra vida de forma más o menos estable, y a eso es lo que llamamos depresión, un desorden emocional, una manera desordenada y nada efectiva de gestionar nuestras emociones. Puede ser por un motivo que no conocemos bien, o porque hemos perdido a alguien o, en muchas ocasiones, porque perdemos la esperanza. La tristeza se hace entonces con el mando de nuestras vidas, nos manipula, nos engaña, y aprovecha su embrujo para hacernos creer que es lo que toca, que así debe ser, que éste/ésta soy yo.

Y de repente, la vida nos hace un regalo. O puede que incluso varios: el abrazo de un amigo, un día de sol, una sorpresa inesperada, unas palabras de apoyo, una risa... Y nos descubrimos a nosotros mismos riéndonos, nos descubrimos en un estado de bienestar, y nos sentimos culpables, porque pensamos, porque la Depresión, esa burda embustera, nos dice que no es lo que toca, que no eres tú. Y no existe mayor falacia.

La próxima vez que te sientas mal y te descubras a tí mismo riéndote o disfrutando de una sensación agradable, pregúntate si no será tu Verdadero Yo gritándote desde dentro para que le devuelvas el espacio que la Depresión le ha arrebatado.

Pregúntate... cuál es la máscara.


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