miércoles, 4 de diciembre de 2013

SEARCHING LA FELICIDAD

A veces suceden historias increíbles.



Searching for Sugar Man es un excelente documental que narra una de esas historias: la historia de Rodríguez, un músico, compositor y letrista cuyos dos primeros y únicos discos pasaron inadvertidos en Norteamérica pero obtuvieron un gran éxito tiempo después en Sudáfrica sin que él supiera nada de ello, hasta que un periodista y un fan dieron con él y le invitaron a Sudáfrica a hacer un concierto que finalmente fue un éxito absoluto. Cuando eso sucedió Rodriguez llevaba años trabajando como "manitas". La recompensa a su talento le había llegado un día inesperado, por sorpresa, muchos años más tarde, y en un país muy lejos de donde vivía.



Al analizar la historia de Rodríguez me es imposible no acordarme de otra historia, la de John Kennedy Toole, el autor de La conjura de los necios. A él la recompensa le llegó demasiado tarde: jamás vio publicada su obra. Envió el original de la novela a varias editoriales; todas la rechazaron. Poco tiempo después, el autor decidió quitarse la vida. Su madre, al encontrar el manuscrito años después. lo llevó a distintas editoriales. Volvieron a rechazarla en numerosas ocasiones. Pero ella, empeñada en su publicación, al final logró su objetivo. La novela se editó, recibió el Premio Pulitzer, apareció en la lista de libros más vendidos en muchos países y es considerada por la crítica como una las grandes obras de la literatura del siglo pasado.



Tanto la historia de Rodríguez como la de John Kennedy Toole me inspiran preguntas. Y eso es bueno, porque hacerse preguntas suele conllevar obtener respuestas. Por ejemplo: ¿qué son estas dos historias, cómo debo interpretarlas? ¿Son dos historias tristes con un final feliz? ¿Hablan sobre la justicia? ¿O sobre la injusticia? Porque si bien ambos al final alcanzaron la cima del éxito, uno lo hizo a título póstumo y el otro cuando sus sueños de ser una estrella de la música ya habían perecido. De hecho Rodríguez vivió durante muchos años una vida muy humilde, una vida de clase obrera, matándose a trabajar cada día en trabajos duros y viviendo siempre en barrios pobres muy alejados del glamour de las mansiones de las estrellas de la música. Y cuando por fin inició el sueño de Sudáfrica, llegando a dar una treintena de conciertos en el país africano, nunca cambió de estilo de vida. Siguió en el mismo trabajo, en la misma casa en la que había vivido durante cuarenta años...



Y eso, también es una historia increíble. Porque no quiero pensar que la historia de Rodriguez es una historia triste con final feliz. No quiero pensar que Rodríguez ha sido un hombre triste, decepcionado, frustrado, al que el reconocimiento le llegó, sí, pero muy tarde. Quiero pensar que Rodríguez ha tenido una dura vida, difícil, como la mayoría de los seres que habitamos este planeta, pero plagada de pequeñas y grandes maravillas, como sus tres hijas. ¿Acaso un hombre que tiene el amor de tres hijas debe sentirse desdichado?



¿Cuántos habrá en el mundo con un enorme talento no reconocido en su época, como el de John Kennedy Toole, o ni siquiera en su lugar de origen, como el caso de Rodríguez? O no reconocido nunca, talento que quedó en el olvido. ¿Hay suficiente justicia cósmica como para garantizar que algún día serán esas personas recompensadas? Puede que no, puede que sí, no lo sé, bah...



Lo que quiero decir es que el mundo a veces es justo, pero muchas veces no lo es. Y a unos les da más de lo que se merecen y a otros lo contrario. No, eso tampoco es lo que quería decir... Lo que quiero decir es que si un hombre consigue el éxito mucho tiempo después de lo esperado, empezando a ganar dinero por ello, y eso no le cambia la vida, tampoco debe ser tan difícil, ¿no?, tampoco debe costar tanto. La felicidad. 



Si tienes un talento, ya sea la música, escribir o pelar patatas, ¡disfrútalo! ¡Eso es lo que quiero decir! Ámalo, gózalo, saboréalo. E intenta arrancar alguna sonrisa por el camino con él. Y no permitas, nunca permitas de ninguna manera, que te amargen la vida a costa de tu talento. "Deberías intentar sacar un disco, si no vendes más libros nadie te va a conocer, podrías explotar tu gran habilidad en pelar patatas..." ¡Ni hablar!, si eres una persona con un talento y tienes una vida triste, no tienes talento. 



El éxito llega, o no. Pero si tienes un talento y te sirve para disfrutar con mayor plenitud de la vida, entonces deja de buscar. Ya tienes tu final feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario